Marcus Miller homenajea a Miles Davis en Gasteiz
Veinticinco años de «Tutu» Una de cal, dos de arena
Coincidiendo con el 25 aniversario de «Tutu» y el vigésimo aniversario de su muerte, Warner ha reeditado, en un doble CD, el álbum que Miles Davis publicó en 1986, compuesto casi íntegramente por Marcus Miller. El Festival de Jazz de Gasteiz, por su parte, homenajea hoy al añorado maestro, con un concierto dirigido precisamente por el fantástico bajista Miller, a quien acompañan Wayne Shorter y Herbie Hancock, antiguos compañeros de Miles Davis.
A. B. | GASTEIZ
Mito del jazz e incomparable trompetista, Miles Davis falleció en setiembre de 1991, pero su extenso legado sigue vivo, tanto en las numerosas obras maestras que grabó como en el espíritu de la infinidad de músicos con los que colaboró. Grandes e indispensables nombres del jazz actual, tres de ellos, el bajista Marcus Miller, el saxofonista Wayne Shorter y el pianista Herbie Hancock, se reúnen hoy en Gasteiz para homenajear a su genial mentor y maestro.
El vigesimo aniversario de la muerte de Davis coincide con el 25 aniversario de la publicación de «Tutu», álbum señero de su etapa electrónica, que ha sido reeditado en una edición de lujo que contiene como extra un cd con un directo del Festival de Niza de 1986.
En principio el álbum fue planteado como colaboración entre Davis y la estrella del pop Prince, aunque finalmente fue Marcus Miller el que dirigió el proyecto junto a Davis, componiendo y arreglando casi todos los temas que integran la obra, excepto «Tomaas» (coescrita junto a Davis), «Backyard Ritual (cuya autoría es del teclista George Duke), y «Perfect Day» (del grupo pop Scritti Politti).
En recuerdo de Miles
Controvertida como su propio autor, la obra toma su nombre en tributo a Archbishop Desmond Tutu, el primer obispo negro de Suráfrica; y también hace referencia a Nelson Mandela en el tema «Full Nelson» que en él se incluye. «Fue un álbum bastante `techno', con muchas cajas de ritmo y sintetizadores», aclara Miller sobre «Tutu», disco de referencia de la etapa electrónica de Davis, en el tramo final de su prolífica carrera.
Coproductor del disco, junto a Tommy Lipuma, e intérprete de la mayoría de los instrumentos que en él suenan, el bajista de Nueva York ha realizado, durante los dos últimos años, una gira de homenaje al maestro, «Tutu Revisited», con los jóvenes músicos Christian Scott (trompeta) -comparado a menudo con Davis por su manera cálida de tocar la trompeta-, Ronald Bruner Jr. (batería), Alex Han (saxofón) y Federico González Peña (teclas). Como resultado de la gira, el proyecto se ha publicado en un álbum.
«A Miles nunca le gustaron las retrospectivas, pero me pareció buena idea buscar interesantes músicos jóvenes que puedieran reinterpretar su música», explica Miller en declaraciones a la revista "Ritmos del Mundo". De esa manera, pretendía mantener vivo el espíritu de un músico, Miles Davis, que trabajó con infinidad de nuevos talentos, abriendo siempre los horizontes del jazz.
De la misma manera, y coincidiendo con el vigésimo aniversario de la muerte del maestro, Miller llamó a Wayne Shorter y Herbie Hancock, para recrear la música del que fue su mentor. «Es un momento interesante. Se han cumplido cincuenta años de `Kind of blue', cuarenta de `Bitches Brew', veinticinco de `Tutu'» -todos ellos discos de renombre de Davis- y veinte años de la muerte del prolífico músico; «ellos también tocaron junto a él y pensé que era un buen momento para recordarlo una vez más».
La gira de Miller, Shorter y Hancock pretende «reivindicar el espíritu de Davis», por lo que no será un simple ejercicio de nostalgia; «Miles siempre estaba interesado en el presente».
De la dirección musical del proyecto se encarga el bajista de Nueva York, que perteneció a la banda de Davis año y medio para volver a trabajar con él en «Tutu», en 1986. Por su parte, Hancock y Shorter -este último no se unió a Davis hasta finalizar su compromiso con Art Blakley- fueron miembros del irrepetible segundo quinteto de Miles Davis, (junto a Ron Carter y Tony Williams), el de mediados de los sesenta.
Yahvé M. DE LA CAVADA
Ya se veía venir la noche anterior. Los afortunados que fueron al hotel Canciller Ayala para ver al trío del fabuloso pianista Eric Reed, no sólo demostraron tener un gusto exquisito, sino que se fueron a casa con un premio: la exclusiva de ver a Jamie Cullum y a José James animándose a improvisar un tema en la jam session que, en noches señaladas, se desata en ese pequeño escenario; el más humilde del festival y, a veces, también el más especial. Esa noche pudimos ver un avance de lo que sucedió en Mendizorrotza menos de 24 horas después, en un concierto multitudinario en el que, minutos antes de comenzar, ya se escuchaba una y otra vez en la taquilla la temida frase «no hay entradas».
José James, indudablemente menos popular que Cullum, ya había visitado el festival en 2008, dentro de la programación del Teatro Principal. Aquel concierto fue realmente asombroso y descubrió a muchos (servidor incluido) a un joven cantante que tiene mucho más que talento, y de eso va sobrado. En su música, James no tiene miedo a mezclar jazz con nu-soul, funk o hip-hop, lo que le permite diseñar cada show para adecuarlo al auditorio que le vaya a recibir. Este año hizo como en 2008, respetando la supuesta tendencia del festival y atacando un repertorio mayormente jazzístico, con inusitadas versiones del «Equinox» de John Coltrane, «Red Clay» de Freddie Hubbard o el mítico «Moanin» de Bobby Timmons.
James es un vocalista con un toque muy contemporáneo, ha bebido del hip-hop y eso se le nota en su forma de frasear e improvisar, pero escuchándole vienen a la cabeza referencias de clásicos como Jon Hendricks o el fabuloso Joe Williams. Acompañado de una banda que sonaba fresca y grooveante, James engatusó por igual a madres y a hijos, gracias a ese encanto urbano y glamouroso que le caracteriza. Cuando, en el último tema del concierto, James invitó a Jamie Cullum al escenario para cantar «Georgia On My Mind», el pabellón empezó a despegar en un vuelo que no aterrizaría hasta el final de la noche.
Los talibanes del jazz (a quienes, en ocasiones, no tengo más remedio que unirme) no sienten un gran aprecio a Jamie Cullum. Su pop jazzificado y su desenfadada forma de entender la música es contraria a los anhelos de cualquier purista, y su presencia en festivales de jazz es vilipendiada por los más radicales. Sin embargo, sólo hay que tener ojos y oídos para rendirse ante el arte de Cullum en sus conciertos.
El joven británico es un pianista competente y resultón (en el mejor de los sentidos), un showman de primera categoría y, sobre todo, un gran vocalista, con clase y personalidad. No domina el escenario, lo modela a su gusto tema a tema, pasando de un momento de ardiente espectacularidad a otro de íntimo recogimiento en cuestión de segundos. Improvisa aquí y allí con el piano, a veces de forma explosiva y efectista, pero siempre conecta con el público.
Esencialmente es un cantante de pop, sí, como si eso tuviese algo de malo. Para los talibanes del jazz (entre los que, en este asunto, no me incluyo en absoluto) tal vez sí, pero debe de ser porque no recuerdan a tipos tan respetables como Nat `King' Cole, Bing Crosby, Mel Tormé o Frank Sinatra, que no eran sino «Jamie Cullums» de su época y que, al mismo tiempo, están aceptados como personajes paralelos al jazz.
Como el joven Cullum es humilde y buen tío (eso se ve a la legua), no le obsesionan mucho ese tipo de cosas. Actúa como alguien ajeno a todo lo que no sea disfrutar en el escenario y, especialmente, hacer disfrutar a la audiencia con lo que sucede en el mismo. Pregunten, si no, a cualquiera de entre quienes estuvieron la otra noche en Mendizorrotza, porque hacía años que el pabellón no vibraba como lo hizo con Jamie Cullum. No es jazz, ni falta que le hace.
El 24 de mayo Warner Jazz reeditó «Tutu» (1986), coincidiendo con su vigesimoquinto aniversario. La edición, en caja de lujo, se completa con un segundo cd en el que se incluye un directo inédito ofrecido por el octeto de Davis en el Festival de Niza.
El álbum «Tutu», en homenaje a Desmond Tutu, se iba a llamar «Perfect Way» (por la canción de Scritti Politti que versiona). El proyecto quería acercarse al mundo del pop siendo producido por Prince, a quien finalmente sustituyó Marcus Miller.
Fecha: Hoy.
Lugar: Mendizorrotza (Gasteiz)
Hora: 21.00 h.
Precio: 40 euros.
Cartel: Danilo Pérez Trío /
Marcus Miller + Wayne Shorter + Herbie Hancock.
Cartel: José James / Jamie Cullum.
Lugar: Mendizorrotza.
Hora: 21.00 h.
Fecha: 14-07-11.
Genio de la música popular del siglo XX, el trompetista Miles Davis (1926-1991) trabajó con infinidad de jóvenes valores, entre los que se encontraban Shorter o Hancock (en los sesenta) y Marcus Miller (en los años ochenta).
El excepcional bajista de Nueva York (1959), realizó estudios de clarinete y toca también el teclado y el saxofón. Además de sus trabajos con Davis, destacan los realizados junto a Luther Vandross y David Sanborn.
Saxofonista indomable encuadrado en el post bop, Shorter (1933) es uno de los músicos más activos del jazz, heredero de Jhon Coltrane. Trabajó con Davis desde el «Miles In Berlin», de 1964 hasta 1970.
Hancock (1940) es un pianista y teclista que ha tocado todos los estilos surgidos tras el bebop a excepción del free jazz. Músico precoz, reconoce en Davis a su mentor. Tocó con él en su prestigioso quinteto de los años 60.