Israel vulnera el derecho internacional y se burla de un mundo que no le pone freno
La Marina israelí abordó ayer, en aguas internacionales, el barco «Dignité-Al Karama», que integraba la Flotilla de la Libertad y que pretendía llegar a Gaza en un ejercicio de solidaridad con el pueblo palestino. La actuación de Israel supone una vulneración del derecho internacional, más cercano a la piratería que a la actuación de un Estado que se autocalifica de democrático. El abordaje es también una burla al conjunto de la comunidad internacional, que en el mejor de los casos no sabe cómo poner freno a los desmanes de los mandatarios sionistas. En otros casos, como es el de Grecia, se da abiertamente una colaboración y complicidad en esa práctica contraria a la solidaridad internacional y a los derechos humanos. El propio primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, se regodeó ayer porque con sus «constantes acciones diplomáticas» su Gabinete «ha conseguido torpedear la flotilla».
La actitud de Israel debe ser denunciada por ilegal y vulneradora de derechos, pero también es reprobable la decisión de las potencias mundiales de dejarle hacer a su antojo. Así castigan a los palestinos y mantienen abierta una herida por la que sangra todo el mundo.