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Los islamistas tunecinos condenan la «violencia»

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Los islamistas de Ennahda, en el punto de mira de las autoridades que pilotan la «transición» tunecina y de los principales partidos que la soportan, se apresuraron a condenar «la violencia venga de donde venga» y a rechazar que «tengamos planes para desestabilizar o para hacer caer el Gobierno provisional». Es la respuesta del líder de la formación, Rached Ghannouchi, a las acusaciones implícitas que responsabilizan a Ennahda y a las formaciones de izquierda tunecinas de mantener viva la llama de la revolución.

El primer ministro tunecino, Beji Caid Essebsi, denunció la víspera planes de «desestabilización del país». Su denuncia fue avalada ayer mismo por el PDP y el partido Ettajid (ex-comunista), ambos tolerados por el régimen del depuesto dictador Ben Ali y que se sienten perfectamente cómodos con el actual proceso de transición.

Al partido islamista, favorito en las elecciones previstas el 23 de octubre, le ha entrado pánico con estas acusaciones poco veladas y se ha apresurado a «tranquilizar al pueblo tunecino: la revolución no está amenazada y las elecciones tendrán lugar en la fecha prevista».

No opinan así los movimientos, incluidos los jóvenes islamistas, que muestran su creciente hartazgo ante la situación. El pasado domingo un adolescente murió por disparos de la Policía en Sidi Bouzid, epicentro de la revuelta que forzó a huir a Ben Ali.

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