Keri Anne Payne renovó su título mundial en la playa artificial de Jinshan, a 60 kilómetros de la sede de Shanghai. En aguas depuradas, a una temperatura de 28'5º, esta británica de 23 años invirtió 2 horas 1 minuto y 58 segundos en ganar los 10 kilómetros en aguas abiertas.

«El agua estaba bien, es mejor que nadar en el mar, no estaba demasiado salada», señaló la también subcampeona olímpica de una disciplina que estrenó en Beijing'2008 esta condición. Su alegría fue doble por haber logrado así el billete para los Juegos de Londres´2012, que ella nadará en casa. Las diez primeras en la clasificación general ya tienen plaza asegurada. Entre ellas no estará la italiana Consiglio, anterior subcampeona mundial, evacuada al sufrir una crisis de pánico.

Hasta la victoria de Payne, sólo China y Rusia habían inaugurado el casillero de oros. Los anfitriones se acercan al ambicioso objetivo de lograr diez títulos en trampolín. Ya llevan seis. El campeón olímpico y mundial Qin Hai se impuso en los saltos sincronizados desde el de 3 metros junto con Luo Yutong para sumar un total de 463,98 puntos. Tres horas después se producía la victoria de Shi Tingmao en 1 metro, firmando un nuevo doblete junto a su compañera Wang Han, que se colgó la medalla de plata.

«Hemos ganado todos los oros, pero la competición es realmente dura, especialmente en el cuadro masculino», señaló el técnico Zhou Jihong.

«Nuestros rivales son difíciles de batir, por lo que no estamos seguros de llevarnos el oro desde el principio. Tenemos que intentar lo mejor en cada salto. Cualquier pequeño error puede costar una medalla», añadió. Si el dominio en saltos tiene los mismos colores pero distintas caras, la sincronizada lleva el rostro de Natalia Ishchenko. La rusa fue una de las intregrantes del equipo vencedor de la final técnica. Sumó su tercer oro en Shanghai y el decimocuarto mundial de su carrera. Hoy podría repetirse por cuarta jornada consecutiva el podio formado por Rusia, China y España.

El futuro de Cielo

También hoy César Cielo deberá de convencer al TAS -Tribunal Arbitral del Deporte- de que su positivo de furosemida no es dopaje para que le permitan participar en la competición.