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Comparecencia ante el parlamento británico

Murdoch pide disculpas, pero no se responsabiliza de las escuchas y los sobornos

El clan Murdoch ofrece ante la comisión de la Cámara de los Comunes británica un testimonio plagado de vaguedades y evasivas.

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Soledad GALIANA | DUBLÍN

Muerte, drama e ignorancia fueron los protagonistas de la actualidad británica durante el día que el magnate australiano Rupert Murdoch fue cuestionado por las prácticas ilegales de sus publicaciones en Gran Bretaña. La muerte real fue la del primer periodista que destapó el escándalo de las escuchas ilegales, Sean Hoare. Hoare, que trabajó en «The Sun» y «News of the World» (ambas publicaciones de News of the World y The Sun, propiedad de News International y por extensión de Rupert Murdoch) apareció muerto en su apartamento el lunes. Había acusado al director de «News of the World» Andy Coulson de ser responsable directo de las escuchas durante una investigación del diario «The New York Times».

La muerte ficticia fue la de Murdoch, provocada por obra y gracia de los hackers que se apropiaron de la primera página de «The Sun» para anunciar la muerte del dueño del imperio mediático que cuenta con productoras de TV y cine, canales de televisión (Fox), y periodicos en todo el mundo.

El drama se produjo durante la comparecencia de Murdoch y su hijo James -responsable por las operaciones del imperio familiar en Europa y Asia- ante la comisión parlamentaria que investiga las escuchas ilegales, cuando uno de los miembros del público le lanzó un plato de papel con crema de afeitar, lo que provocó un receso de diez minutos y la expulsión del público. Ignorancia voluntaria fue la exhibida por los directivos de News International, ya que durante el interrogatorio al que fueron sometidos por los parlamentarios británicos todos -Rupert, James y la ex directora ejecutiva de News International Rebekah Brooks, que fue la encargada de cerrar la sesión de ayer-, todos negaron tener ningún conocimiento de las ilegalidades que según está desvelando la investigación fueron una práctica común en el dominical «News of the World» bajo la dirección no sólo de Caulson, sino también de la misma Brooks, que ayer se desmintió a sí misma en una previa declaración ante la comisión en 2003, cuando admitió pagar a policías. Lo que admitió entonces, ya no es verdad en el 2011. Una ignorancia voluntaria, para dejar hacer sin aceptar la responsabilidad.

Si hubieran acudido a la sesión juntos, la imagen hubiera recordado a la de los tres monos que se cubren los ojos, las orejas y la boca, porque ese no veo, no oigo y no hablo fue básicamente lo que los parlamentarios, periodistas y público en general que siguió la sesión a través de las cadenas televisivas o la internet recibieron como respuesta. En resumen, mucho titular pero poco contenido. Murdoch habló de un día de humildad, pero hubo poca humildad en sus respuestas, quejandose de una cercanía con los políticos que el mismo ha cultivado al utilizar sus medios para apoyar a unos u otros durante campañas electorales, pidiéndoles que le dejen en paz para luego lamentar la ruptura de relaciones con el ex-primer ministro Gordon Brown a raíz de salir a la luz pública que «The Times» y «The Sun» habían obtenido información sobre su familia de forma ilicita.

Resonó la hipocresía cuando renegó de la presencia de cien fotografos en su cara, cuando esa es la política que impone su prensa amarilla a figuras públicas. No hay humildad en asegurar que no dimitirá porque él, que ha admitido fue incapaz de detectar un escándalo ya destapado en 2003, es el mejor para limpiar la organización. Queda por ver si los accionistas de sus compañías consideran que es buena idea mantener en la dirección a un padre e hijo que no saben qué es lo que pasa en sus negocios.

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La primera página de «The Sun», diario propiedad de News Corporation, publicó la muerte de Rupert Murdoch, tras ser asaltada por hackers informáticos.

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Murdoch habló de humildad pero se quejó de la cercanía de los políticos y la presencia de numerosos fotógrafos, políticas que él mismo ha alentado, y rechazó dimitir.

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La ex directora ejecutiva de News International, Rebekah Brooks, desmintió su declaración de 2003, cuando admitió haber pagado a policías.

Los Comunes posponen las vacaciones para cuestionar a David Cameron

Es posible que el primer ministro británico, David Cameron, mantuviera el viaje a África en su agenda para eludir las repercusiones del escándalo de las escuchas ilegales dados sus vínculos con aquellos que la investigación sobre esta violación de las leyes de privacidad e interferencia en investigaciones policiales señala como responsables.

Sin embargo, la estela de su decisión de contratar a Andy Caulson como jefe de prensa -a pesar de que este se había visto obligado a abandonar su cargo como director del dominical «News of the World» por el uso de esta publicaciones de investigadores privados para hackear los teléfonos de los protagonistas de sus noticias- y su amistad con Rebekah Brooks -la dimitida jefa ejecutiva de News International, la rama británica del imperio mediatico de Rupert Murdoch- le han seguido durante el viaje.

De hecho, los periodistas que han atendido sus ruedas de prensa en Sudáfrica y Nigeria estaban más interesados en las reacciones de Cameron a los acontecimientos que estaban teniendo lugar en Gran Bretaña -la dimisión de dos altos cargos de la Policía Metropolitana y Scotland Yard como Paul Stephenson y John Yates o la detención de Brooks- que en los planes que el primer ministro británico podría tener para las relaciones con los países africanos.

En su despedida, Stephenson realizó una velada referencia al hecho de que el primer ministro se habría equivocado al contratar a Coulson, como claramente él mismo había hecho al contratar a Neill Wallis, quien había sido subdirector durante la época de Caulson en «News of the World». Cameron se vio obligado a realizar una declaración ante los medios, durante la que alabó la labor de Stephenson a la cabeza de la Policía Metropolitana de Londres, a la vez que expresaba su respeto y comprensión ante su decisión de abandonar el cuerpo policial.

Pese a todo, el primer ministro se ha visto finalmente obligado a acortar su viaje suprimiendo la visita a Ruanda y a Sur de Sudán y acortando su estancia en Nigeria para poder preparar su declaración ante el Parlamento británico, que ha cancelado sus vacaciones veraniegas por un día para permitir un debate sobre el escándalo de las escuchas. Allí, Cameron deberá aclarar por qué él no sigue el mismo camino que Stephenson, así como sus vínculos personales y políticos con los negocios de Murdoch en Gran Bretaña. Soledad GALIANA

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