El rey de los belgas, Alberto II, advirtió ayer de que la crisis política en Bélgica, que ha superado el año y corre el riesgo de perpetuarse, podría resultar dañina para la construcción europea.

«Nuestra situación actual genera inquietud entre nuestros socios y podría dañar nuestra posición en el seno de Europa, e incluso el mismo impulso de la construcción europea, afectada ya por euroescépticos y populistas», señaló solemne el monarca en su tradicional alocución de la víspera de la fiesta nacional del 21 de julio, informó AFP.

Bélgica, considerado durante mucho tiempo un laboratorio de la construcción europea, tanto por la tentativa de coexistencia de dos comunidades con lenguas diferenciadas como por ser Bruselas la sede de las instituciones comunitarias, está camino de convertirse en el símbolo de la desunión de los Veintisiete Miembro fundador de la UE, vive con un Gobierno provisional desde las elecciones del 13 de junio de 2010, por las profundas divergencias entre sus dos comunidades sobre el futuro del país.

«En esta fiesta nacional, me hubiera gustado congratularme junto a vosotros por la prestación de juramento de un nuevo Gobierno con funciones plenas. Pero desafortunadamente no hemos llegado a ello, y lo lamento», dijo Alberto II en su discurso.

Siete partidos han acordado negociar un programa de Gobierno y una reforma profunda de las instituciones para conceder mayor autonomía a las regiones, en base a una propuesta del líder socialista valón, Elio Di Rupo. Pero no tienen la mayoría de dos tercios necesaria para reformar la Constitución. Los independentistas flamencos del N-VA, la primera fuerza del país, consideró insuficiente la propuesta y se retiró de la negociación.