Andoni Txasko, Lander García | Asociación de Víctimas 3 de marzo
PNV «in Fraganti»
Los autores de artículo critican la actitud del Partido Nacionalista Vasco en el Congreso de los Diputados español ante la votación de la reforma de la Ley 46/1977, llamada de Amnistía, que con los votos y abstenciones de PSOE, PP, CIU y el partido jeltzale quedó intacta. La referencia del portavoz del PNV a Manuel Fraga les parece especialmente insultante, toda vez que perciben la intención de exculpar al ex ministro franquista por motivo de su temprana edad cuando era ministro de la dictadura. Y para que no queden dudas de su implicación y responsabilidades en los desmanes de aquel régimen, hacen un recorrido histórico de su paso por el Gobierno español, desde 1962 hasta 1976, un recorrido repleto de víctimas.
La expresión viene del latín in flagranti (delicto), y en castellano ha evolucionado a in fraganti, utilizándose cuando alguien es pillado en el mismo momento en que está realizando una acción censurable. In Fraganti, con F de Fraga y protagonizando una acción censurable para las víctimas del franquismo, así hemos pillado al PNV en el Congreso de Madrid.
Se votaba reformar la Ley 46/1977, conocida como «Ley de Amnistía». Nacida de las entrañas del régimen, que se autoindulta de «los delitos y faltas que pudieran haber cometido las autoridades, funcionarios y agentes del orden público contra el ejercicio de los derechos de las personas» (párrafo literal de su artículo segundo), en realidad es una auténtica ley de punto final que impide juzgar los crímenes de la dictadura. Un objetivo tantas veces escondido por el relato oficial que pretende hacernos creer que la amnistía era para los presos políticos a los que se les perdonaba el inexistente delito de enfrentarse al fascismo.
PSOE, PP, CIU y PNV unieron sus votos negativos y abstenciones para avalar esa ley que garantiza la impunidad, con argumentos que fueron más insultantes todavía. Sobre todo los del portavoz del Grupo Vasco que tras anunciar la abstención de su grupo se preguntó «a quién se podría juzgar», para contestarse a continuación: «como no estemos pensando en un senador que era el junior del gobierno en los estertores del franquismo», en lo que era una evidente alusión al senador Manuel Fraga Iribarne.
Si se trataba de exculpar a Fraga de sus responsabilidades por el tema de la edad, lo de «junior» es cuando menos curioso, porque entró en el gobierno franquista con 40 años, en 1962. Fue ministro de Información y Turismo hasta 1969 y en este primer periodo, además de bañarse en Palomares, tuvo la misión propagandística de amortiguar en el exterior la vulneración sistemática de los derechos humanos que se producía en el Estado español. En este sentido se le acumuló el trabajo porque el asesinato del dirigente comunista Julián Grimau en 1963 despertó reacciones diplomáticas en todo el mundo y Fraga se convirtió en un agente muy activo para neutralizar la repercusión de este fusilamiento en el panorama internacional. Otro tanto con las ejecuciones a garrote vil perpetradas ese mismo año contra los anarquistas Francisco Granados y Joaquín Delgado. Los guerrilleros antifascistas Ramón Vila Caracremada y José Castro O Piloto también fueron asesinados por las balas de su gobierno, en 1963 y 1965 respectivamente. Al igual que el joven Enrique Ruano, que moría bajo custodia policial a comienzos de 1969 al «caer» maniatado desde un séptimo piso en Madrid tras ser brutalmente torturado.
El balance represivo en Euskal Herria de esa primera fase (1962-1969) en la que el actual senador participó en el gobierno y por tanto es responsable de esa violencia terrorista de estado, también es suficientemente trágico como para que el PNV se permita el lujo de pasar de puntillas. Más si cabe cuando dos miembros de EGI-Batasuna, organización con vinculaciones directas con las estructuras del PNV, murieron en abril de 1969 cuando preparaban una acción con explosivos dirigida a contrarrestar la propaganda del régimen dirigida por Fraga desde su ministerio. Puede que al PNV le incomode la memoria de Jokin Artajo y Alberto Asurmendi, pero somos muchos los que nunca olvidaremos su sacrificio y compromiso. Por eso también queremos recordar al resto de víctimas y luchadores antifranquistas asesinados en Euskal Herria durante esos años de «información y turismo»: Vicente Lertxundi (27-12-1962), Jesús do Santos (22-01-1965), Goñi (6-06-1965), Manuel Thomas (13-3-1966), Miguel Iturbe (11-09-1967), José María Quesada (17-01-1968), Txabi Etxebarrieta (7-06-1968), Segundo Urteaga (15-5-1969) y Félix Arnaiz (2-08-1969). El 29 octubre de 1969 Fraga acabó su primer periodo como ministro y precisamente dejó la cartera en el mismo momento que en Erandio la policía mataba a Antxon Fernández y Josu Murueta en la represión contra las protestas por la contaminación atmosférica.
Recién muerto Franco, con las estructuras del régimen intactas, Fraga volvería al gobierno el 12 de diciembre de 1975. Sólo en los 20 días anteriores las balas franquistas ya habían dejado cuatro muertes en Euskal Herria: Ángel Esparza (25 de octubre de 1975), Koldo López de Gereñu (2 de diciembre de 1975), José Ramón Rekarte (4 de diciembre de 1975) y Kepa Tolosa (9 de diciembre de 1975). En ese ambiente complicado tras la muerte de su dictador favorito; Fraga entra a lo grande como vicepresidente y ministro de Gobernación.
Estuvo en el cargo poco más de seis meses, hasta julio de 1976. Acuñó la famosa frase «la calle es mía», y este es el reguero de sangre que acompañó a su estancia como responsable de las fuerzas de orden público: Teófilo del Valle (Elda, 24 de febrero de 1976); Romualdo Barroso, Pedro María Martínez Ocio, Francisco Aznar, José Castillo y Bienvenido Pereda (Gasteiz, 3 de marzo de 1976), Juan Gabriel Rodrigo (Tarragona, 6 de marzo de 1976), Vicente Antón Ferrero (Basauri, 8 de marzo de 1976), Oriol Solé (Auritz-Burgete, 7 de abril de 1976), Felipe Suárez (Zarautz, 12 de abril de 1976), Manuel Garmendia Korta (Bera, 18 de abril de 1976), Bernardo Bidaola Txirrita (Etxalar, 24 de abril de 1976); Ricardo García y Aniano Jiménez (Montejurra, 8 de mayo de 1976) y Alberto Soliño (Eibar, 12 de junio de 1976).
El 5 de julio de 1976 dejó el cargo, pero la represión no se acabó. Normi Mentxaka es asesinada en Santurtzi a las 72 horas de que Martín Villa cogiera su relevo en la cartera de Interior, con lo que iniciaría otra larga lista de víctimas policiales y parapoliciales bajo su mandato. Esto deja en evidencia que aunque es una referencia en la materia, la impunidad española no es patrimonio exclusivo de Fraga. Son muchos los franquistas que siguen vivos y tienen responsabilidades en las actuaciones de sus respectivos gobiernos, así que no nos olvidemos de la verdadera dimensión de las atrocidades cometidas y de la impunidad reinante gracias entre otras cosas a la Ley 46/1977.
El PNV, antes de preguntarse a quién vamos a juzgar, debería actuar con más coherencia, que ya es mayorcito (mañana cumple 116 años, 27 más que Manuel Fraga).