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Abdul Haqq Salaberria | Delegado en Euskadi de European Muslim Union Foundation

Gestión competente de la diversidad religiosa

Más que una ley, lo que necesitamos es un cambio de mentalidad política en la manera de afrontar la gestión pública de la diversidad. Empezando por no considerarla un problema sino una oportunidad

Hasta hace bien poco en este país cuando se mentaba el tema de la religión parecía que sólo había dos grupos: clericales y anticlericales. Años de guerras civiles fueron radicalizando estas dos trincheras. En este pasado atroz, por el que pasamos de la Inquisición a la desamortización, al carlismo, a quemar conventos, y finalmente a un nacional catolicismo omnipresente, la libertad religiosa brilló por su ausencia. Resultado de nuestra historia reciente es ese tic de que lo reli- gioso sea incuestionablemente vinculado al conservadurismo de derechas mientras que el laicismo se da por hecho que es progresista y de izquierdas. Quizás, por esta misma razón, se evite hablar de «estado laico» y se prefiera denominarlo «aconfesional», como si esta posición fuera equidistante entre el laicismo anticlerical de izquierdas y el clericalismo rancio de derechas. Llamémoslo laico o aconfesional, está claro que en materia de religión, como en tantas otras, el estado debe ser neutral.

Pero acto seguido hay que añadir que ser neutral no significa inhibirse de la responsabilidad en la gestión de la diversidad cultural y religiosa de los ciudadanos. Y me temo que es lo que pretenden algunos políticos y gestores públicos: escurrir el bulto. A veces por quitarse un problema de encima, otras porque no saben cómo afectará eso a sus votos, y también porque muchos no tienen ni idea de cómo abordar el asunto. La respuesta más manida suele ser: «No tenemos competencia». También es frecuente otra respuesta algo más elaborada: «En un estado aconfesional no podemos derivar recursos públicos para asuntos religiosos».

¿Qué harían los nadadores de Donostia sin piscinas municipales? Probablemente entrenarían en La Concha. ¿Y los tiradores con arco de Bilbao sin instalaciones adecuadas? Quizás irían al monte a poner dianas en los árboles. ¿Qué harían los practicantes de Tai-Chi de Vitoria-Gasteiz si no tuvieran suficientes recursos para pagarse una academia privada y no pudieran hacerlo en un polideportivo municipal? Practicarían en los jardines de la ciudad, como se hace en China. ¿Por qué el deporte es una actividad socialmente tan importante que nadie cuestiona que se utilicen recursos públicos para su promoción y práctica, cuando no todos los ciudadanos hacen deporte, y menos si son deportes minoritarios? ¿Porque mejora la salud pública? ¿No son las religiones igual de importantes o más que el deporte para un ser humano, aunque no todos las practiquen, y menos aún si son religiones minoritarias? ¿No mejoran la salud pública?

El deporte tradicionalmente ha sido utilizado por regímenes autoritarios, de derechas y de izquierdas, como disciplina adecuada para la formación del espíritu patriótico. No por eso las democracias lo han postergado como algo sospechoso. ¿Por qué sucede con la religiones?

Las nuestras son identidades complejas y móviles. Cada vez lo son más conforme el mundo se hace pequeño. Es algo que llamamos globalización, pero que quizás deberíamos llamarlo mestizaje y diversidad en un sentido positivo y enriquecedor, no como una amenaza. El tiempo de las identidades sencillas e inmóviles, si es que lo hubo, ha pasado a los libros de historia.

Hoy, afortunadamente, un ciudadano vasco tiene más opciones que ser carlista o liberal, clerical o anticlerical, monárquico o republicano. Vivimos en la era de la interculturalidad y sería bueno saber cómo se posiciona el nacionalismo en general, sea cual sea su idea de nación, respecto a este reto. Especialmente interesante será la posición de la izquierda abertzale, dada sus nuevas responsabilidades en la administración pública. De momento, el Gobierno Vasco ya ha adelantado que legislará en breve sobre la Libertad de Culto. ¿Legislar sobre libertades no suele implicar, en la práctica, una restricción de las mismas? Esto suena como endurecer las multas y aumentar los controles de tráfico, para que haya menos accidentes, sin arreglar las carreteras, sin facilitar la renovación de los vehículos o sin fomentar medios alternativos de transporte.

Recientemente se ha creado el Observatorio del Pluralismo Religioso en España; «una herramienta de transferencia de conocimiento para la gestión pública de la diversidad religiosa». Tal es la sequía en este terreno que en su primer mes de andadura ha recibido miles de consultas desde distintos ayuntamientos.

Todo apunta a que más que una ley, lo que necesitamos es un cambio de mentalidad política en la manera de afrontar la gestión pública de la diversidad. Empezando por no considerarla un problema, menos aún una amenaza, sino una oportunidad. Siguiendo por abrir cauces de comunicación con los ciudadanos. Así lo ha hecho Donostia hace unos meses con su inclusión en la Red de Ciudades Interculturales, promovida por el Consejo de Europa, y con la celebración de los dos primeros talleres sobre diversidad en los que participaron más de 40 representantes técnicos y políticos de diversos departamentos municipales, asociaciones de inmigrantes, ONGs, la UPV-EHU, la Dirección de Inmigración del Gobierno Vasco, colectivos de apoyo y mediadores, así como Daniel Torres, Director del «Plan Barcelona Intercultural» y dos miembros del Consejo de Europea que vinieron a explicar cómo es la Red de Ciudades Interculturales y a evaluar la ciudad y sus distintas problemáticas.

Todos los asistentes comprobamos que estamos a las puertas de una nueva forma de afrontar la diversidad desde la gestión pública. Cuanto antes comencemos a cambiar más fácil será para todos asumirlo ya que, de todos modos, acabaremos siendo diferentes, nos guste o no nos guste.

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