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Amparo LASHERAS | Periodista

En agosto, futurología política y cocina

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El adelanto de las elecciones, anunciado ayer por el presidente del Gobierno español, era una noticia sabida, sin emoción ni sorpresa pero que cuando ha ocurrido ha acaparado la actualidad política dejando en un segundo, tercer o cuarto plano, los últimos datos del paro o la reciente denuncia del alto índice de fracaso escolar en el sistema educativo, importantes cuestiones que están hundiendo a la población en la miseria de la exclusión. El anuncio de Zapatero ha dado el pistoletazo de salida a un agosto lleno de especulaciones, movimientos tácticos y reuniones. La cocina va trabajar a tope y, en otoño, se servirá la campaña electoral con un extenso menú de promesas que asegurarán, por activa y por pasiva, acabar con la crisis, el paro, la corrupción, la inseguridad y el «terrorismo», enemigo oficial que justificará el gasto policial y armamentista de los que ganen. De momento, a simple vista, la fecha elegida, 20 de noviembre, crea malestar. Suena a represión, a terrorismo de Estado, y también a añoranza franquista y a ultraderecha. Lo que significa que aunque Zapatero afirme que el 20-N «es una fecha más», en realidad es un día oscuro y cae como una losa de muerte en la historia de Euskal Herria. Alguna gente ya se ha apresurado a establecer hipótesis sobre alianzas y vaticinios de lo que ocurrirá en Euskal Herria si gana el PP o el PSOE. Las elecciones españolas me pillan desentrenada en el posibilismo y hasta un poco descreída. Confieso que, en este momento, estoy en blanco en futurología política. No obstante, con sol o con lluvia, seguiremos hablando, el nuevo otoño se presenta movido e incierto.

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