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África se muere de hambre y la ayuda llega con cuentagotas

Las agencias humanitarias volvieron a llamar ayer a la movilización internacional para ayudar a los doce millones de víctimas del hambre en el Cuerno de África y, en especial, a los niños somalíes, más de un millón de los cuales necesitan asistencia urgente. La guerra y la sequía se agravan y la hambruna declarada en dos regiones podría extenderse a todo el sur de Somalia.

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La ayuda de emergencia sigue llegando con cuentagotas al Cuerno de África, donde 12,4 millones de personas sobreviven a duras penas a la guerra y al hambre, agravado por la mayor sequía de los últimos sesenta años. Kenia, Etiopía y Djibuti son tres de los países afectados, pero la situación es especialmente grave en Somalia, donde el largo e interminable conflicto armado está perjudicando la distribución de la ayuda humanitaria.

Un segundo avión del Programa Mundial de Alimentos (PAM) de Naciones Unidas llegó ayer Mogadiscio con alimentos especiales para atajar la malnutrición infantil y otro aparato con cinco toneladas de galletas energéticas aterrizó en Gedo, en la frontera con Etiopía y Kenia. Pero 1,25 millones de niños, según los últimos datos de UNICEF, siguen necesitando ayuda urgente en Somalia.

Ayer, la ONU anunció que ha revisado al alza sus cálculos de las necesidades en el Cuerno de África y que todavía necesita 1.400 millones de dólares para asistir a los millones de personas amenazadas por la hambruna. Esa cantidad comprende las necesidades financieras de todas sus agencias.

En total, el PAM aspira a enviar 100 toneladas de ayuda alimentaria a este país, el más afectado, para asistir a 35.000 niños. Por el momento, ha recibido 250 millones de dólares de sus donantes, pero señaló que necesita el doble para luchar contra el hambre en el Cuerno de África en el próximo semestre.

Combates en Mogadiscio

La agencia de la ONU, que abastece a alrededor de 1,25 millones de personas en Somalia Central, Somalilandia y Puntlandia, y a 300.000 personas en Mogadiscio, asegura que sus centros de alimentación siguen operando pese a la situación que se vive en Mogadiscio, aunque algunas ONG y los propios refugiados sostienen que los combates obstaculizan la distribución. En la capital, el jueves se intensificaron los enfrentamientos armados entre las tropas de la Unión Africana y los insurgentes islamistas shebab. Una calma tensa parecía haber llegado ayer a la capital somalí, pero por la tarde los combates volvieron a recrudecerse.

La situación no mejora y las llamadas a la movilización internacional por parte de agencias humanitarias y ONG se multiplican. El Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) informó ayer de que 1,25 millones de niños necesitan ayuda urgente en el sur de Somalia y 640.000 sufren malnutrición grave.

«Los niños del sur de Somalia necesitan desesperadamente ayuda. Muchos de ellos ya han muerto y muchos otros están en grave peligro si no actuamos ahora», alertó Rozanne Chorlton, representante de la agencia en Somalia, aunque no dio cifras.

«Las familias no deberían tener que abandonar sus casas, la madres y niños no deberían tener que hacer peligrosos viajes durante días para buscar comida y agua, y luego enfrentarse a una vida incierta en los campamentos. Toda nuestra energía debería estar centrada en salvar vidas», subrayó.

En julio, UNICEF facilitó suplementos alimenticios a 65.000 niños en las áreas más afectadas por la sequía en el sur de Somalia. Además, se espera que la próxima semana atraque en Mogadiscio un buque con 410 toneladas de pasta de maíz y soja para 20.000 familias, así como leche terapéutica y alimentos para unos 7.300 niños severamente desnutridos.

Riesgo de empeorar

En estos momentos hay más de doce millones de personas afectadas por el hambre, pero la situación podría empeorar en Somalia. La ONU advirtió de que el conflicto armado y la sequía que sufre el país se están agravando, lo que podría poner a toda la región sur del país en situación de hambruna. La ONU declaró la semana pasada ese estado en Bakool y Baja Shabelle.

En un informe para los países que están aportando ayudas, la Oficina de Naciones Unidas para Asuntos Humanitarios (OCHA) señaló que se espera que esta crisis continúe empeorando en 2011 y agregó que la falta de comida podría provocar una crisis en los campamentos de refugiados en agosto y setiembre.

En Somalia, los shebab han prohibido el acceso a las zonas bajo su control -centro y sur del país- a muchas agencias humanitarias. Las pocas ONG que mantienen su presencia en esas áreas -MSF y CICR, por ejemplo- trabajan bajo las estrictas condiciones impuestas por shebab y viendo cómo se agotan sus fuentes de financiación por parte de los países donantes que alegan temer que el dinero vaya a parar a la insurgencia islamista.

El informe de la OCHA indicó que en las zonas más afectadas de Etiopía y Kenia la situación de emergencia podría rebajarse a situación de crisis a finales de año. Pero en el sur y centro de Somalia «seguirá habiendo altos niveles de malnutrición severa y de mortalidad de niños menores de cinco años junto con el empeoramiento de las condiciones de los pastos, el continuo crecimiento de los precios de los cereales y una bajada de la producción de cosechas».

Advirtió, además, de que si no mejora el acceso de la ayuda y los trabajadores humanitarios a las zonas más afectadas, controladas por los shebab, seguirá habiendo un flujo continuo de refugiados hacia Kenia y Etiopía.

Precisamente ayer, el diario keniano «Daily Nation» informó de que el Gobierno de Kenia planea organizar una conferencia internacional para abordar la crisis humanitaria, aunque aún no se ha fijado fecha alguna.

Kutxa, con MSF

La Fundación Kutxa ha puesto en marcha una campaña de donativos online para ayudar a Médicos sin Fronteras en su asistencia a los refugiados somalíes en Liben, en Etiopía. El proyecto necesita 6.932.026 euros y el número de cuenta habilitado es 2101 0383 13 0012832218.

Exhaustos, incapaces de seguir y a la espera de alguna ayuda

Uno de los equipos de la Organización Mundial para las Migraciones (OIM) recorrió los 90 kilómetros que separan el poblado fronterizo de Liboi y el campamento de refugiados de Dabaab (Kenia) y fue testigo de las atroces condiciones en la que los somalíes realizan ese trayecto a pie.

«El equipo de la OIM ayudó a varios ancianos exhaustos, mujeres embarazadas y mujeres con niños pequeños, así como otros miembros de las familias, que estaban al lado de la ruta, incapaces de seguir su camino, a la espera de alguna ayuda bajo el sol inclemente del desierto», señaló.

Por la falta de agua y comida, suelen llegar con deshidratación, infecciones respiratorias, diarrea y malnutrición, según Efe.

La decisión final de huir, según testimonios de los refugiados, es tomada en la mayoría de casos cuando muere el último animal de la familia y se extingue la opción de tener ingresos o alimento. GARA

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