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Campeonatos del Mundo

Lochte se acostumbra al oro

Sus victorias en 200 espalda y el relevo 4x200 sitúan su renta en cuatro títulos que puede ampliarse mañana con el de 400 estilos.

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Miren SÁENZ

Ryan Lochte sigue cumpliendo satisfactoriamente cada uno de sus objetivos marcados para Shanghai, que en la sexta jornada llegaron a pares. Primero se adjudicó la medalla de oro en los 200 metros espalda y 90 minutos después repitió en el relevo de 4x200 metros libre.

Su tercer oro individual en La Corona no fue precisamente el más difícil. Pese a que priori lo mencionara como el más complicado, en un desfallecimiento improbable sólo el japonés Irie podía apretarle, pero el estadounidense convirtió el reto en un paseo. Lochte ha cogido carrerilla y la piscina le sonríe.

Sin la presión de los enfrentamientos de los 200 libre y 200 estilos, sin Phelps achuchando por detrás para quitarle de en medio, su tercer 200, el de espalda, pareció sencillo aunque nunca lo sea. Dominó la carrera de principio a fin, con un primer 50 más conservador, para acelerar en el último largo lo que le permitió rebajar su mejor marca personal (1:52.96) y ganar la medalla número 100 para Estados Unidos en 14 Mundiales.

«Es sin duda una de las carreras más duras que he tenido que nadar. Hice mi mejor tiempo, pero sé que puedo ir más rápido. Hay un montón de cosas que se pueden trabajar y voy a hacerlo el próximo año. Esperemos mejorarlo en Londres», sugirió un Lochte en estado de gracia y casi poniendo fecha de caducidad al récord de su compatriota Aaron Peirsol -1:51.92, en Roma'2009-.

Después llegó la hora de los relevos y no se le notó el esfuerzo. Los nadadores estadounidenses se toman bastante más en serio que los atletas las pruebas por equipos. A Phelps, en su prolongada y productiva trayectoria, le han aportado mucho y a Lochte menos, pero también.

El Tiburón de Baltimore acostumbra a lanzar las pruebas y después anima desde arriba a sus compañeros sin perder detalle. Embutidos en sus chandals azul oscuro comparecieron los últimos para ocupar la calle 4. Phelps ejecutó la primera posta, pero el alemán Paul Biedermann, un viejo rival, y el emergente Agnel le adelantaron. A VanderKaay le tocó reconquistar el terreno perdido.

Francia plantaba batalla y Lacourt adelantaba a Berens hasta que se tiró Lochte y frenó a Fabien Gilot, que quiso aguantar al tetracampeón y la tarea le dejó exhausto. Una osadía así puede costar una medalla. No fue el caso, cuando el último relevista chino se le acercaba peligrosamente, logró salvar la plata. «Todo el mundo hizo su parte del trabajo. Salimos, lo hicimos lo mejor posible y al final ganamos», resumió Lochte.

Desde que llegó a Shanghai no se le ha escapado ningún título. Le quedan los 400 metros estilos del domingo para convertir en oro cada una de sus finales, aunque ya se ha ganado la condición de mejor nadador del Mundial. Eso es indiscutible.

Las diferencias

Su rival pero amigo Phelps lo atribuye a que «hizo pequeñas cosas y las puso una detrás de otra. Mejoró muchísimo su técnica bajo el agua y ganó en velocidad. Está superconcentrado y se nota», explica de un magnífico nadador al que siempre tuvo detrás y ahora tiene por delante.

Las dos estrellas del equipo se reconocen distintos. «Tenemos dos estilos de vida diferentes. Michael es un poco más conservador y yo un poco más extravagante, más loco», dice Ryan.

El equipo de las barras y estrellas comienza a abrir hueco en las carreras, donde ya suma 18 medallas, 9 de las cuales son de oro, cuatro de plata y cinco de bronce. La bracista Rebecca Soni también aportó su ración. Campeona mundial de 100, obtuvo ayer el doblete en 200.

Si nadie lo remedia la distancia seguirá aumentando. A Phelps le espera hoy una final de los 100 mariposa sin Cavic, el hombre que casi le deja sin uno de sus ocho títulos en Beijing. El serbio es el vigente campeón y no podrá defender su título tras quedar eliminado en las series. No fue el único, también Bousquet tuvo un mal día.

Otro título ex aequo en La Corona de los empates

Por segunda vez esta semana se ha producido un título ex aequo. Tras el protagonizado por los espaldistas galos Lacourt y Stravius, ayer fueron la danesa Jeanette Ottesen y la bielorrusa Aliaksandra Herasimenia las autoras del empate en los 100 libre zanjado con doble oro. Fue una igualadísima final porque también en el cuarto puesto Halsall, subcampeona en Roma, y Heemskerk clavaron el registro. Dos mujeres en el escalón más alto del podio y dos himnos distintos consecutivos en La Corona, el nombre elegido por votación popular para denominar a la piscina donde se cuece una competición, que ha repetido una circunstancia producida en contadas ocasiones. M.S.

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