Al margen de sus importantísimos goles, el desparpajo y la osadía han sido dos de las mejores aportaciones que Antoine Griezmann ha realizado a la Real en sus dos temporadas en la primera plantilla, pero precisamente esas dos características pueden ser las que hagan que la grada de Anoeta no guarde buenos recuerdos de un jugador que desde su irrupción ha sido carne de traspaso. Y es que, cuando el Mundial Sub 20 que comienza hoy en Colombia podría ser la excusa perfecta para guardar silencio y revalorizarse en el panorama internacional, el jugador sigue insistiendo en dejarse querer por el Atlético de Madrid, al mismo tiempo que dice verse en la Real la próxima temporada.

Lo que parece evidente es que, nefastamente aconsejado, el jugador francés está eligiendo salir por la puerta de atrás del club que confió en él cuando nadie en Francia parecía dispuesto a darle una oportunidad. Porque, quien más quien menos, sabe que, antes o después, Griezmann dará el salto a un equipo de más pedigrí, pero la forma escogida parece la menos adecuada posible.

Parece evidente pues que el jugador ha sido tentado por el Atlético de Madrid, pero la forma de presionar a la Real para que acceda a traspasarle, dejándose querer por los colchoneros un día sí y otro también, no parece la más oportuna.

30 millones de cláusula

Y es que, por mucho que normalmente un jugador siempre termina jugando donde quiere, su salida está supeditada a que los dos equipos lleguen a un acuerdo y la Real, hasta el momento, siempre se ha remitido a su cláusula de rescisión, que es de 30 millones de euros, como el propio Atlético con el Kun Agüero, por el que acaba de recibir 45 millones. Con esta salida y la de De Gea al Manchester United, el equipo colchonero tiene liquidez y la Real debe sacar provecho de ello.

Pero si la Real y el Atlético no llegan a ese acuerdo, la situación de Griezmann será complicada en la Real, por mucho que su representante consiga con todo esto una subida de sueldo. Porque, con declaraciones alabando la «grandeza» del Atlético de Madrid y sobre todo la de una afición de infausto recuerdo para la afición realista, el jugador puede pasar de ser el niño mimado de los aficionados de Anoeta a tener que ganarse ese cariño a base de muchísimos goles y buen fútbol.

Además de esa falta de tacto hacia la afición txuriurdin, Griezmann ha demostrado no estar excesivamente bien asesorado, ya que, a priori, pocos destinos parecen menos adecuados que el Vicente Calderón para ese proceso de maduración que, como cualquier jugador joven de sólo veinte años, necesita para instalarse en la élite del fútbol continental.

Mientras en Anoeta gozaba de todo el cariño del público, todos los jugadores realmente importantes -Torres, De Gea o el mismo Kun Agüero- han salido en cuanto se les ha presentado la menor oportunidad y el propio Diego Forlán, con el que parece ansia jugar, ha estado bastante más fuera que dentro en los últimos meses.

Lo de jugar todos los años en Europa tampoco es tan seguro y, de hecho, su participación esta misma temporada que acaba de comenzar tampoco es segura del todo, después del 2-1 que consiguió el jueves ante el desconocido Stromsgodset, que no se lo pondrá fácil en Noruega.

Como se ve, la encrucijada a la que el propio Griezmann se ha empujado es harto complicada y habrá que esperar acontecimientos. Ayer, sus compañeros en la Real Imanol Agirretxe y Carlos Martínez emplearon el comprensible discurso de mantener que el de Macon sigue siendo un compañero más y que le siguen esperando, pero esta posibilidad parece alejarse poco a poco.