El Ejército egipcio entró ayer en la plaza Tahrir de El Cairo para desalojar a los últimos manifestantes que acampaban en el citado lugar, epicentro de la revuelta que provocó la caída de Hosni Mubarak el 11 de febrero, y acabar así con una protesta que duraba ya más de tres semanas que aún secundaban varios centenares de personas. Un total de 26 grupos habían anunciado que suspenderían la protesta con motivo del Ramadán, que arrancó ayer.

Las fuerzas del orden, apoyadas por tanques y vehículos blindados, retiraron las alambradas y las barreras de hierro que bloqueaban los accesos a la plaza. Aunque en los primeros momentos no se produjeron incidentes, algunos testigos informaron de disparos al aire.

La protesta arrancó el 8 de julio para pedir el procesamiento de los altos cargos del antiguo régimen y una agilización de las reformas prometidas por el Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas, el órgano que gobierna el país hasta las elecciones.

Los militares patrullaron la plaza durante todo el día, pero los familiares de las víctimas de las revueltas insistieron en que no abandonarán el lugar.