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Movimientos políticos en Euskal Herria

Rubalcaba salta a otra trinchera

Ramón SOLA

En su obviedad, las declaraciones del candidato del PSOE no dejan de ser toda una noticia, porque Rubalcaba lleva muchos años parapetado contra el inevitable debate político con los vascos. El ministro de Interior se construyó en una trinchera en cuya entrada puso un eslogan muy bélico: «Votos o bombas». Y desde esa posición libró una batalla ciertamente cómoda para sus intereses mientras pudo mantener inerme a la infantería enemiga, a través de la ilegalización.

Sin embargo, la izquierda abertzale apostó por salir a campo abierto y entrar en el cuerpo a cuerpo. Frente a la disyuntiva planteada por Rubalcaba, los independentistas gritaron «¡votos!». No era una bandera blanca precisamente, sino lo contrario: el inicio de la auténtica batalla pendiente, que es la política. Al ahora candidato a La Moncloa del PSOE le ha costado más de dos años asimilarlo. Dos años en los que ha seguido repitiendo su cantinela y tratando de prolongar la ilegalización. Con las declaraciones de ayer se atisba un cambio de fase. Es su peculiar «¡votos!», que en buena lógi- ca debería conllevar también la renuncia a «bombas» como la política carcelaria.

Rubalcaba cava ahora una segunda trinchera, tan tramposa como la anterior: la de que los independentistas vascos deben ganar en el marco español. Pero es un argumento muy endeble, una posición embarrada en la que los pies se le hunden más fácilmente. El 22-M mostró que los vascos tienen claro que su futuro deben decidirlo ellos solos. Y hasta el PSE le acaba de decir al PNV que hay que buscar la solución en Euskal Herria y no mirar a Madrid. ¿Se lo dirán también a Rubalcaba?

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