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Maite SOROA | msoroa@gara.net

A vueltas con la reforma electoral

Hace tiempo que en foros y cenáculos madrileños andan debatiendo sobre una posible reforma de la Ley Electoral para aminorar tramposamente el peso de los votantes de las naciones que el Estado español mantiene presas. Sucede que no les gusta que vascos, catalanes, gallegos y demás periferia condicione a los gobiernos de turno. Ayer, Pedro Fernández volvía a la carga en «Estrelladigital». Opinaba que «Eso de que un partido, por el hecho de presentarse en una comunidad y solo en esa, pueda obtener 7 diputados y en otra por el mismo número de votos solo obtenga uno o ninguno, tiene que pasar a la historia. Es preciso eliminar lo privilegios y eso lo es». Vamos, que las vascas -y los vascos- somos unas privilegiadas por votar en unas elecciones en las que servidora preferiría que no le incluyeran. Se- rá que soy una desagradecida...

A juicio de Fernández, la solución es clara: «La norma que surja de la próxima revisión ha de facilitar al gobierno de turno, de uno u otro partido, la fortaleza necesaria para gobernar sin ataduras nacionalistas. Que los minoritarios ligados a intereses regionales definidos no tengan la posibilidad de desvirtuar los programas previstos de los partidos nacionales que responden a demandas generales del país y que los han votado millones de ciudadanos». Vamos que lo que quiere es que PP y PSOE tengan siempre mayoría absoluta para hacer lo que les plazca.

Sin embargo, el columnista no le ve claro del todo. Vean: «No nos hagamos muchas ilusiones porque no será fácil cambiar un molde en el que tanta gente se encuentra cómodo». Por eso, hace un llamamiento a la revuelta centrípeta: «los cambios habrá que forzarlos con movilizaciones y presiones externas si queremos que se produzcan. No será fácil que la iniciativa nazca en las propias formaciones con representación parlamentaria. Habrá que empujar para que la próxima ley electoral nos permita conformar gobiernos fuertes. Se trata de un cambio que será positivo porque la gestión de un gobierno fuerte siempre es rentable para los ciudadanos, para todos los ciudadanos». Pues no es complicado. Que nos borren de su censo y nos dejen elegir a nuestros propios representantes en paz.

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