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Crónica | La Blanca toca a su fin

Celedón abandona su balcón y deja a Gasteiz con una dulce resaca

Tras cinco días de fiesta, La Blanca tocó a su fin. Anoche Celedón emprendía el camino de vuelta al campanario de San Miguel y dejaba a Gasteiz sumida en una dulce resaca de la que no despertará hasta el próximo septiembre, cuando la capital alavesa recupere la normalidad otoñal.

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Ion SALGADO

Las cuadrillas de blusas realizaron ayer su último paseíllo de vuelta hacia el centro de Gasteiz. Y a la 1.00 de la madrugada Celedón emprendía el regreso al campanario de San Miguel, donde reposará hasta el año que viene. Ahora, sin conciertos ni txosnas, toca hacer balance en una ciudad que permanecerá adormecida, pasando una dulce resaca, lo que queda de mes.

El último día de La Blanca dejó una sabor agridulce entre los gasteiztarras. Tras cinco días de fiesta la capital arabarra amaneció vacía. A las 10.00 el Ensanche mostraba la estampa de un sábado cualquiera, de modo que sólo la presencia de los vendedores ambulantes recordaba que aún eran fiestas en Gasteiz. Ni siquiera los gritos de algún que otro blusa madrugador pudieron calentar el ambiente en el centro de la ciudad. Ayer a la mañana la gente descansaba, unos con la vista puesta en el último paseíllo y otros pensando en aprovechar el último día de txosnas.
 
Esta tónica se alargó hasta las 17.00, cuando las cuadrillas emprendieron el camino de ida a los toros. Un trayecto tranquilo marcado por las caras de los blusas y las neskas, rostros que denotaban el cansancio acumulado tras haber pasado cinco días de fiesta, recorriendo las calles del Ensanche en el paseíllo de ida y vuelta, y las de Alde Zaharra en el poteo de la noche.
 
Tras la llegada de los blusas y las neskas a la Plaza Multiusos, creada por y para la feria taurina ya que nadie ha conseguido darle ningún otro uso en sus cinco años de vida, las cuadrillas se diseminaron en los alrededores. Unas 2.000 personas repartidas con la intención de tomar los últimos tragos de estas fiestas.
 
En los bares que rodean la plaza, convertidos en sede durante La Blanca, los blusas apuraron sus últimos katxis antes de emprender, por última vez este año, el regreso al centro de la capital arabarra. Un recorrido por las calles del Ensanche para celebrar el fin de fiestas y comenzar a pensar en el próximo 25 de julio, el Día del Blusa.
 
Sin embargo, este último trayecto hacia la Plaza Nueva es diferente. El día 9, el camino hacia el centro está marcado por el antes denominado Día del Guarro, una tradición que continúa teniendo entre sus adeptos a los blusas más jóvenes, que cargados con litros de espuma decoran sus blusas y las de todos aquellos que se atrevan a verles desfilar.

La subida
 
Tras la cena, los gasteiztarras optaron por asistir a la subida de Celedón, o por dirigirse directamente hacia el recinto de las txosnas, el único lugar abierto durante la noche del día 9 de agosto.
 
Los que optaron por despedirse del aldeano de Zalduondo pudieron contemplar el último espectáculo pirotécnico del año. Con la vista puesta en el campanario los asistentes saludaron por última vez a Celedón, esta vez sin cava.
 
La fiesta tocó a su fin horas después en el Campus Universitario de Araba. Una vez cerrada la carpa de la txosnas la gente inició el regreso a casa. Ahora quedan veinte días de aburrimiento, veinte días en los que Gasteiz permanece adormecida.
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