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Raimundo Fitero

Más policía

La solución que ha encontrado el señor Cameron a su vuelta de unas vacaciones abortadas en la Toscana italiana, es meter más policías en las calles. Se reserva el uso del ejército hasta ver cómo se desarrollan los acontecimientos. La revuelta en varios barrios de Londres y otras poblaciones inglesas ha sobresaltado a casi todos. La inusitada virulencia de las acciones, las declaraciones de los estamentos policiales, todo nos convoca a una situación reconocible. Los medios de comunicación y sus opinadores se expresan con tanta inoperancia analítica que no puede la ciudadanía entender casi nada de lo que está sucediendo ante nuestros pimientos fritos.

Los disturbios que se nos ofrecen no parecen realizarse con componendas. Lo malo es que tenemos que hacernos una idea del conflicto a partir de las imágenes que nos quieren filtrar, las que los editores han considerado las oportunas para arrimar el ascua a la sardina de la incomprensión y que abra las puertas al uso de la fuerza más bruta colocando decenas de miles de policías en las calles dispuestos a reprimir más allá de los límites. No hay tiempo para las explicaciones, ni para la comprensión de algunos de los motivos que han ido acumulando estos ciudadanos para manifestar esta repulsa total a la situación actual, de una manera tan rotunda. No pueden ser solamente una respuesta espontánea a una actuación policial desmedida, se trata de algo más que ha estallado con este motivo, pero que muestra los síntomas de un problema social de mucha entidad enraizado y que no tiene una solución únicamente policial.

Lo cierto es que entre estas imágenes, ahí, a unas millas de distancia, la hambruna del cuerno de África y la situación económica mundial, con esas montañas rusas que ponen el estómago en la boca de las bolsas y los accionistas, lo que nos espera es un otoño en el que puede pasar de todo. Y casi nada se augura como bueno. La protesta de la ciudadanía no puede ser solamente un ejercicio de reclamación en la oficina del consumidor. Hay que pensar en algo más que en cambiar los fusibles. Los noticiarios de televisión se están convirtiendo en programas no aptos para almas sencillas.

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