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Malik Siraj Akbar |Periodista y escritor baluche

«La respuesta de Islamabad al conflicto político es el terror»

El 11 de agosto de 1947 Baluchistán declaró su independencia. Tres días más tarde lo haría Pakistán, que invadiría su territorio siete meses más tarde. GARA habla con una de las voces más autorizadas sobre uno de los conflictos más longevos de cuantos permanecen activos en el mundo.

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Karlos ZURUTUZA

Malik Siraj Akbar (Panjgur, 1983) es el director del Baloch Hal, el primer periódico baluche en lengua inglesa. Dicha plataforma digital fue bloqueada en Pakistán en noviembre por la PTA (Autoridad de Telecomunicaciones paquistaní), al igual que ocurre con todos los medios digitales que recogen la voz de dicho pueblo.

Siraj Akbar simultanea su labor con otra más analítica y acaba de publicar su primer libro en EEUU, «The Redefined Dimensions of the Baloch Movement» (Xlibris, 2011).

Como analista politico, Siraj Akbar ha sido entrevistado por medios como «Al Jazeera», «BBC», «The New York Times» o «The Guardian», entre muchos otros.

GARA contactó con él por teléfono ya que se encuentra en EEUU gracias a una beca que reconoce su valiente e innovadora labor de informador. Antes de comenzar, Siraj Akbar admite que teme las represalias cuando vuelva a casa; no en vano, su Baluchistán natal se ha convertido en un desierto en el que los cadáveres aparecen a diario sobre la arena como los restos de un naufragio. Y, probablemente, pocos de los asesinados resulten tan «incómodos» para Islamabad como este joven periodista.

¿Está la situación en Baluchistán Oriental tan fuera de control como parece?

Nadie, ni Islamabad ni los baluches, pensaba que se pudiera llegar a estos niveles de violencia. Hace apenas cinco años los incidentes se limitaban a las regiones de Dera Bugti y Kolu pero hoy se extienden por todo Baluchistán Oriental. Las desapariciones y los asesinatos de disidentes, intelectuales, estudiantes etc se multiplican incluso entre familias que nunca antes se habían involucrado políticamente.

¿Por qué?

Los continuos informes de organizaciones como Amnesty International o Human Rights Watch pueden dar a entender que el nuestro es un conflicto enraizado en la violación sistemática de los derechos humanos pero lo cierto es que hablamos de un conflicto político. Desgraciadamente, la respuesta de Islamabad es el terror manu militari.

¿Cómo habría qué abordar el conflicto baluche?

Desgraciadamente, cada vez que el primer ministro visita Baluchistán Oriental viene con amenazas más que con soluciones. Primero hay que reconocer el conflicto y tomar medidas que favorezcan el diálogo. Para ello es fundamental acabar con el drama de las desapariciones porque todo ello no sirve más que para generar más odio entre los baluches. Tanto fuentes locales como internacionales apuntan a los servicios secretos y a los Cuerpos de Frontera tras las desapariciones y los asesinatos. A menudo secuestran a nuestra gente delante de cientos de personas en un bazar. Un paso positivo sería incluir baluches en los Cuerpos de Frontera, formados hoy casi exclusivamente por pastunes. Una vez creado un clima de diálogo, Islamabad debería negociar con aquellos líderes baluches que deseen hacerlo.

Precisamente, Islamabad culpa del subdesarrollo de Baluchistán Oriental a esos mismos líderes tribales baluches...

No se puede desintegrar el sistema tribal de un día para otro. En cualquier caso, hoy los líderes tribales baluches son también líderes políticos. Yo soy de Panjgur, donde Sardar Ahtar Mengal (líder tribal del clan de los Mengal así como del Partido Nacionalista Baluche) venía a mi casa pidiendo mi voto. Esa es la manera de ganarse a la gente. Al igual que los Mengal, los Bugti también tenían un partido político. Si comparamos a Ahtar Mengal con el Khan de Kalat (heredero en el exilio del trono de Baluchistán Oriental), veremos que Mengal es mitad aristócrata y mitad demócrata, mientras que el Khan es 100% tribal. Antes de su asesinato en 2006, Nawab Bugti (veterano lider tribal de los Bugti) negoció con Islamabad como líder político de una coalición que englobaba a la mayoría de los baluches. Paradójicamente, Islamabad ha negociado con los líderes de forma interna, a través de la línea tribal, pero nunca desde la política.

¿Cuentan los baluches con una hoja de ruta común ante un eventual proceso negociador?

No, y esto es un gran problema. Algunos piden autonomía, otros la autodeterminación, y tanto los grupos armados como los Marri (el mayor clan baluche), la independencia. En cualquier caso, hay muchos otros aspectos a observar: si baluchistán es algún día independiente, ¿será una República Islámica?, ¿cual será el estatus de las tribus?, ¿y el papel de la mujer? ¿cuál la relación entre política y religión? Estas y muchas otras son cuestiones clave en una hoja de ruta que todavía queda por elaborar.

Pensando en un futuro más inmediato, ¿cómo afectará a su gente la retirada en ciernes de las tropas de ocupación de Afganistán?

Afectará tanto positiva como negativamente. Washington reducirá su ayuda financiera al ejército con lo cual Islamabad dispondrá de menos recursos para seguir aplastándonos. Piense usted que, además de dinero, equipamiento, etc, tropas como los Cuerpos de Frontera fueron entrenados por los americanos. La parte negativa es que una probable victoria de los talibanes, financiados y apoyados por Pakistán, nos hará caer de nuevo en manos de los integristas. Islamabad se vale de ellos para contrarrestar al movimiento nacionalista baluche. La islamización de Baluchistán Oriental es un fenómeno reciente que degenera en numerosos ataques contra chiíes y baluches, principalmente a manos de Lashkar e Jhangvi (organización armada presuntamente vinculada con los talibán).

Sin embargo, se habla mucho últimamente de la «balcanización pacífica de Pakistán...»

Pero lo cierto es que no interesa a nadie, ni siquiera a la vecina y archienemiga India. Si Pakistán se rompe, India se llenará de refugiados y militantes islámicos integristas de la misma manera que ocurrió tras el terremoto de 2005 en Cachemira. Irán es una teocracia chiíta que tampoco quiere ver su territorio invadido por legiones de militantes suníes. Para Afganistán la balcanización de Pakistán no acarrearía más que nuevos problemas a los que ya tiene. De la misma manera, Washington teme que las ojivas nucleares de Islamabad caigan en manos de los integristas. Baluchistán seguirá sin infraestructuras, ni trabajo, ni agua, ni electricidad; con un 80% de analfabetismo... pero eso no llevará a la desintegración de Pakistán. Ya dentro del país, tanto los baluches como los sindis quieren la independencia, y los pastunes su Pastunistán. Sin embargo, todavía no hemos conseguido aunar nuestras fuerzas para debilitar a Pakistán. Así las cosas, creo que la balcanización de Pakistán queda fuera de toda cuestión.

Mientras tanto, Pakistán cada vez hace mejores migas con su vecino persa, ¿no es así?

Si bien las diferencias ideológicas entre chiíes y suníes podían antojarse como un obstáculo insalvable, ambos abordan sus prioridades desde el más absoluto pragmatismo. Sin ir más lejos, el pasado verano firmaron un acuerdo billonario para la construcción del gaseoducto IP (Irán-Pakistán). Tanto el IP como el cada vez más lejano proyecto del TAPI (Turkmenistán-Afganistán-Pakistán-India) atravesarían nuestro territorio de oeste a este y de norte a sur respectivamente. Asimismo, ambos Gobiernos hacen frente común para aplastar a los baluches en sus respetivas fronteras.

Recursos energéticos y una posición estratégica a la que se añaden mil kilómetros de costa a las puertas del golfo Pérsico. ¿Hasta que punto no es deliberado el olvido al que se condena a los baluches?

El Khan de Kalat dijo una vez que los baluches estábamos entre los perdedores de la segunda guerra mundial y, desgraciadamente, creo que también lo vamos a ser tras la última guerra de Afganistán. El mensaje de Pakistán a Occidente ha sido claro: si me hostigáis con el tema baluche os pondré las cosas todavía más difíciles en Afganistán. Por otra parte, hay muy poca información sobre la región. Occidente confunde a menudo nuestra causa con el movimiento pastún talibán, cuando el nuestro es el más secular de toda la región, en las antípodas del integrismo religioso. Precisamente, esa falta de información evita que se piense en Baluchistán como en un territorio «amortiguador» muy viable entre Pakistán, Irán y Afganistán.

¿Asumen ustedes parte de la culpa?

Sin duda. Siempre he dicho que es un error boicotear las elecciones en Pakistán. Un miembro del Parlamento goza de gran respeto ante Occidente. Al no tenerlo, perdemos la oportunidad de que nuestros representantes puedan hablar con los diplomáticos extranjeros. Sé que esto resulta paradójico, e incluso indigerible para muchos baluches, pero lo cierto es que estamos perdiendo nuestras bazas a la hora de conseguir apoyo internacional. Creo que la lucha del pueblo baluche ha de ser multidimensional; a través de la lucha armada sobre el terreno, pero también mediante la política parlamentaria y unos medios de comunicación propios. Hay que reformular una pregunta básica: no es tanto el qué es lo que consigues del Parlamento como el qué es lo que pierdes por no estar en el.

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«Tenemos que participar en las elecciones paquistaníes e ir al Parlamento. No por lo que podamos conseguir, sino por lo que perdemos por no estar en él»

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«Los baluches estábamos entre los perdedores de la II Guerra Mundia y, desgraciadamente, creo que también lo vamos a ser tras la última guerra de Afganistán»

Políticas de «matar y tirar»

En un extenso informe publicado el pasado 28 de julio, la organización HRW (Human Rights Watch) denuncia la desaparición en extrañas circunstancias de al menos 150 personas en Baluchistán Oriental desde el pasado mes de enero. La que es una de las principales organizaciones independientes dedicadas a la defensa de los derechos humanos aporta testimonios y pruebas que apuntan a que muchos de los desaparecidos, entre los que se cuentan abogados, estudiantes, taxistas y agricultores, habrían sido ejecutados extrajudicialmente. Varios documentos gráficos muestran cuerpos salvajemente mutilados o con signos visibles e inequívocos de tortura. Asimismo, algunos cadáveres presentan laceraciones producidas por mordiscos de animales.

Por su parte, Amnesty Internacional ha denunciado 73 desapariciones «forzosas» entre el 24 de octubre de 2010 y el 31 de mayo de 2011 así como «la posible ejecución extrajudicial de 108 activistas, profesores, abogados y periodistas»durante el mismo periodo de tiempo. Un artículo publicado por el diario británico «The Guardian» el pasado mes de marzo aseguraba que muchas de las víctimas, «generalmente hombres de entre 20 y 40 años», habían sido secuestradas a plena luz del día, sacadas de tiendas, autobuses, o detenidas en puestos de carretera de los Cuerpos de Frontera. El prestigioso diario británico apuntaba a la inteligencia paquistaní como la principal responsable tras la «oleada de asesinatos más inquietante de Pakistán en las últimas décadas». K.Z.

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