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El acuerdo es posible cuando hay voluntad

La propuesta que la izquierda abertzale, EA y Alternatiba han trasladado a PNV y Aralar para concurrir conjuntamente a las elecciones del 20-N, con un programa consensuado y desde una perspectiva de país, ha movido el terreno político hasta el punto de que la posibilidad de que esa alianza fructifique y los pasos que se vayan a dar para ello marcarán la política vasca en las próximas semanas. Todos los agentes, tanto los implicados como aquellos que miran expectantes desde fuera, son conscientes de que una candidatura que agrupara a esas formaciones, con la fórmula que ellas mismas decidieran, irrumpiría en el Parlamento español con una fuerza determinante y condicionaría la actitud del Estado respecto al proceso de solución abierto en Euskal Herria.

Ni la formación jeltzale ni Aralar, al menos algunos de sus dirigentes, han tardado en responder a la propuesta. En el caso del PNV, en forma de negativa a una coalición pero sin cerrar la puerta a acuerdos postelectorales, y en el caso de Aralar dejando entrever una predisposición al acuerdo pero diferenciando a sus protagonistas en función de los herrialdes o de si se trata del Congreso o del Senado. Sin embargo, han sido respuestas prematuras, condicionadas seguramente por el frenético ritmo que marca la actualidad política y la presión de los medios, y sin conocer siquiera los detalles de la propuesta. Por ese motivo, lo más importante es que ambos partidos han expresado su voluntad de reunirse con los proponentes, y la petición lanzada ayer por éstos para que no cierren ninguna puerta hasta conocer sus planteamientos es pertinente.

El nuevo tiempo que se vive en Euskal Herria y el contexto internacional hacen que la cita de noviembre sea especial y que este pueblo se juegue mucho en el envite. En el caso de Nafarroa, además, una unión entre abertzales podría dar un vuelco a la correlación de fuerzas del herrialde, donde la derecha que representan UPN y PP sería derrotada. La responsabilidad es por tanto histórica. Las dudas y prevenciones son lógicas y superables, pero la sociedad no entendería que se antepusieran los intereses particulares al interés colectivo.

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