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Con el deseo de que la gira por Argentina no haya sido una simple kalejira

La gira de la selección de Euskadi de baloncesto dejaba un regusto amargo tras el horror protagonizado ante Argentina. Lo peor, con todo, ha resultado la aparente apatía de los rectores institucionales, olvidando que una selección competitiva puede ser el más elocuente portavoz.

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Arnaitz GORRITI

Tres partidos: una victoria, una derrota y una paliza vergonzosa. He ahí, en el terreno deportivo, el resultado que la gira de la selección de Euskadi de baloncesto dejó por tierras argentinas. Más allá del terreno competitivo, el hermanamiento con la diáspora vasca de Argentina, que mucha culpa tuviera en la celebración de esta gira, ha supuesto el elemento más positivo. En lo negativo, por un lado el 92-28 cosechado ante una selección dorada de Argentina que, al menos, tuvo la decencia de tomarse en serio a sí misma. Por otro lado, la casi nula importancia que se haya dado desde instancias intitucionales a semejante horror.

Así, para Arturo Aguado, presidente de la Federación vasca, esta gira «ha sido una ocasión histórica y no sólo en lo deportivo. La confraternización con los vascos de Argentina ha sido emocionante, extraordinaria». Con los rescoldos del último partido aún calientes, Aguado añadía que esta gira es «la mejor forma de reivindicar a las selecciones vascas, y más si lo marcamos en un ámbito cultural y social tan importante como es la inmigración vasca de Argentina. Ver cómo nos recibieron las familias argentinas es una experiencia que nos puso a todos los pelos de punta y que en adelante difícilmente podremos olvidar». Elvira Kortajarena, delegada del Gobierno de Lakua en Argentina, añadía que «el eco ha sido magnífico, seguiremos en este empeño, intentando ser cada vez más conocidos».

Uno se pregunta, pues, si esto ha sido una gira de una selección deportiva de mayor o menor nivel, o una festiva kalejira donde ha primado la exaltación al folclore y en el que la competitividad y, en algunos momentos, amor propio, han brillado por su ausencia.

Pocas ganas para la risa

Todo esto como introducción de un hecho irrefutable: que el 92-28 del duelo entre Argentina y Euskadi, resulta bochornoso. Ya en la presentación de la gira por tierras argentinas el propio seleccionador vasco, Pablo Laso, aseguraba que su combinado se encargaría de «competir» ante la albiceleste, aun a sabiendas de la calidad de ésta. Consciente de la superioridad rival, en una entrevista antes del duelo, reconocía que «es un premio a muchos años. Si hace seis años -cuando Laso fue designao seleccionador- me llegan a decir que íbamos a jugar contra la campeona olímpica, nos hubiéramos reído». Tras la imagen ofrecida el domingo pasado, es de suponer que al propio Pablo Laso se le habrán quitado las ganas de reírse.

Por lo pronto, tampoco parece que el mundo del baloncesto se haya tomado a risa este último dislate. Un campeón olímpico con Argentina, Lucas Victoriano, escribía en su cuenta de twitter una dura crítica que invita a la reflexión. «Es como si la selección española jugara contra un combinado de Córdoba, por ejemplo. Es una falta de respeto. Mi crítica es a quien organizó este partido, no a los jugadores que siempre juegan en serio y mucho menos al combinado del País Vasco». El propio Manu Ginóbili, muy generoso y diplomático, escribía que «el País Vasco ha hecho cuanto ha podido. La diferencia es grande y es de agradecer que hayan venido a visitarnos».

Ya la propia gira, con un retraso de 24 horas por nube volcánica, empezó con mal pie, y siguió peor, ofreciendo una agotada imagen ante Argentina B, perdiendo por 75-59 debido al cansancio y la falta de entrenamiento. Obviamente, la nube volcánica era impredecible, igual que el problema familiar de Pablo Laso que le impidió estar en Resistencia. ¿Pero la falta de entrenamiento?

Es evidente que el verano es un escenario de cambios de jugadores de un lugar a otro, y una gira de partidos amistosos puede devenir más relajante que reivindicativo. El propio Pablo Laso, después del trajín de su llegada al Real Madrid, reconocía que «hasta me relaja esta experiencia. He podido desconectar un poco y liberar la mente».

Quizá la victoria por 65-96 ante el combinado provincial de Córdoba enseñe un poco el camino, mostrando que quizá éste debiera haber sido el primer partido y el del seleccionado B el plato fuerte, competitivamente hablando. Argentina B prepara los Juegos Panamericanos, y la selección de Euskadi, debiera medir su verdadero nivel.

Asimismo, hubo otras cuestiones que tal vez pesaron más, e incluso de más. El 2 de agosto, la tricolor pudo conocer más a fondo la ciudad de Córdoba -sano ejercicio, sin duda- y un día después rindió visita a la estancia de Alta Gracia y al museo del Ernesto Che Guevara de La Serna, para acabar la jornada con una cena en la Casa Vasca de Córdoba. Importantes eventos, sin duda, sobre todo porque fue el trabajo de la diáspora lo que, en buena medida, posibilitó esta gira.

¿La mejor selección posible?

Por otro lado, el baloncesto en Euskal Herria está sobrado de equipos en la élite. Por ello, no deja de contrastar la cierta ausencia de jugadores vascos en los equipos vascos, siendo éstos o jugadores de relleno o comparsas en muchas ocasiones. Pero los jugadores con sitio entre la élite, existen. Javi Salgado y Urko Otegi lo demostraron, como Ricardo Uriz y Lander Lasa, aun que éstos sólo lo lograron a ratos.

No obstante, ¿dónde estaban los hermanos Urtasun? Sobre todo Txemi, que este año ha promediado 21 minutos, 10 puntos y 3 rebotes en Sevilla en la ACB y 11 puntos, 2 rebotes y 2 asistencias en la Eurocup, siendo capaz de anotar 15 puntos en la final. ¿Dónde está Jon Kortaberria? El donostiarra ha promediado 15 minutos, con 4 puntos y 1 rebote en el Fuenlabrada, equipo revelación de la campaña 2010/11. Oviamente, estos elementos no bastan para hacer frente a Ginóbili, Delfino o Nocioni, pero no se pueden despreciar a tres de las mejores piezas, y menos cuando todos ellos han jugado en repetidas ocasiones con la tricolor.

Los comienzos siempre son duros, pero de los errores y graves tropiezos cabe aprender, porque, dentro de lo que cabe, hay materia prima e ilusión para poder crecer.

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