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OCUPACIÓN DE IRAK

Pese al olvido mediático, la tensión en Irak sigue subiendo en grados

Irak ha caído en el olvido informativo. El confuso anuncio-promesa de Obama de que sus tropas se retirarán del país a finales de año ha contribuido a ello. Como lo han hecho la preeminencia del eje Af-Pak para el Pentágono y las recientes revueltas en los países árabes. A la vista de los datos en torno al estándar de vida, y sin olvidar que los iraquíes siguen conviviendo diariamente con atentados, bombas y tensiones sectarias, se constata que la amenaza de «enviar a Irak a la Edad Media» proferida por un general USA en tiempos del embargo iba muy en serio

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Txente REKONDO
Gabinete Vasco de Análisis Internacional (GAIN)

Un reciente informe del Pentágono certifica que la situación se ha deteriorado en los últimos meses, y que a día de hoy «Irak es más peligroso que hace un año». Evidentemente, son muchos los factores que apuntan hacia un «verano incierto» en aquel país.

La fotografía actual de Irak nos muestra una evolución en los grupos suníes, con organizaciones de la resistencia que estarían formadas por antiguos militares del Ejército de Saddam, miembros del partido Baath, jefes tribales, clérigos, figuras regionales y también miembros de la red Al Qaeda. Esta red ha sufrido un cambio importante, superando la descoordinación que existía hace algunos años, y sobre todo mostrando un carácter más disciplinado. Todavía conviven en ese ámbito organizaciones de la resistencia y grupos sectarios que continúan atacando a la comunidad chií, atentando contra sus mezquitas o mercados.

En el lado chií también se aprecia el papel cada vez más importante que juega la figura de Moqtada al-Sadr y sus Brigadas del Día Prometido. Este líder lleva tiempo manteniendo una especie de doble juego; de un lado evita reventar las negociaciones del primer ministro al-Maliki con los norteamericanos, pero amenaza al mismo tiempo con retirarle su apoyo. Es curioso ver cómo los comunicados en árabe, dirigidos a sus bases sociales, son más beligerantes que los mensajes que luego intercambia con otros dirigentes iraquíes. Estos días el propio Al-Sadr ha anunciado su intención de presionar a los norteamericanos, aumentando los ataques contra las fuerzas de la ocupación y dejando caer la posibilidad de reactivar el Ejército del Mahdi, al tiempo que no descarta las protestas y movilizaciones populares, siguiendo la estela de los países árabes.

Junto a todo ello, se puede percibir que los diferentes bloques-alianzas políticos se han asentado, y de esa forma tanto Al-Iraqiyya como la Lista del Estado de Derecho han logrado sumar nuevos miembros y acaparar buena parte del nuevo escenario político iraquí. Donde el peso de nuevas alianzas o pactos entre fuerzas seculares y algunas formaciones kurdas puede intentar diseñar un nuevo escenario institucional.

Otro factor importante gira en torno a la fecha del 31 de diciembre de 2011, cuando, teóricamente, las fuerzas militares estadounidenses deberían abandonar Irak. Pero en las últimas semanas se están sucediendo movimientos y negociaciones para prolongar esa presencia de manera maquillada. Algunos partidos iraquíes buscan alargar esa presencia en el tiempo, utilizando para ello un abanico de excusas. Por su parte, Obama quiere cumplir la promesa de abandonar Irak, sobre todo con la mirada puesta en las presidenciales del 2012 en EEUU.

Algunos analistas señalan la posibilidad de que exista un plan B que permitiría disfrazar esa presencia, a través de personal de inteligencia y un reducido número de soldados para «entrenar militar y técnicamente» a las tropas iraquíes. Sin embargo quedan importantes incógnitas en torno a que EEUU cumpla finalmente lo acordado. Allí está la enorme Embajada en Bagdad, la mayor del mundo, con cientos de asesores y burócratas, o las bases permanentes para controlar el petróleo y la región.

Al-Maliki sigue negociando con EEUU y las formaciones iraquíes para lograr un consenso, y el reciente anuncio en ese sentido está lleno de interesadas ambigüedades. Uno de los escollos, más allá de la inconstitucionalidad o no de esa «prórroga», radica en la inmunidad con la que Washington quiere blindar a sus tropas, algo que rechaza la población iraquí, que aún recuerda las actuaciones de los militares norteamericanos y de los mercenarios privados, cuyos abusos siguen sin ser castigados.

Es pronto para anticipar la decisión final de Obama, pero no sería de extrañar que, a la vista de los recientes informes (utilizados como argumentos o excusas), EEUU acabe prolongando su ocupación en Irak.

También la actuación de otros actores extranjeros condiciona el panorama iraquí. El pulso que mantienen EEUU y Arabia Saudí con Irán en el conjunto de la región se agudiza en el caso de Irak. Las constantes acusaciones del supuesto apoyo de Teherán a las milicias nunca van acompañadas de pruebas o evidencias, y sí sirven en cambio para crear una especie de iranofobia en la zona. La mano de Ryad se aprecia también tras algunos atentados contra la comunidad chií y en el apoyo que determinados grupos yihadistas vienen recibiendo de la corrupta monarquía del Golfo. Fruto de ello, además, es el cambio operado en esos grupos, que han priorizado un discurso sectario y sus ataques contra los chiítas, relegando a un segundo término su oposición a EEUU.

Los petrodólares de la monarquía saudí también sirven para buscar la desestabilización interna en Irán, con los apoyos de kurdos, baluches o árabes de Juzestán, o las presiones a los pastunes para frenar la influencia iraní en el norte y oeste de Afganistán.

Irán no se queda quieto, y no duda en amenazar con utilizar su influencia en Irak o Afganistán para devolver el golpe a EEUU. Es curioso cómo estos dos archienemigos mantienen en ocasiones un acuerdo tácito para evitar que el caos acabe apoderándose (si no lo ha hecho todavía) de esos dos Estados.

Pero en Irak también se siguen con atención las protestas en Siria, sobre todo porque un cambio profundo en la situación tendría consecuencias directas sobre la población de refugiados iraquíes en suelo sirio. Los refugiados cristianos, los miembros del Baath, los chiíes e incluso los kurdos miran con temor un auge de las posiciones suníes más rigoristas y son muchos los que señalan al «experimento» que en el pasado han probado Washington y Ryad en Afganistán o, más recientemente, en Líbano.

EEUU ha hecho público un documento que señala que «la situación sigue deteriorándose con una oleada de ataques y asesinatos cometidos por milicias apoyadas por Irán», al tiempo que afirma que «en suelo iraquí hay más de un millar de miembros de Al Qaeda», lo que apuntala su tesis sobre la «necesidad» de su presencia-ocupación.

Finalmente, algunos analistas recuerdan que la historia árabe nos muestra que «lo que acontece en Egipto muchas veces se repite luego en Siria, y a su vez es copiado en Irak». Por eso no hay que perder de vista la influencia de la plaza Tahrir en Bagdad, desde donde se puede articular un movimiento social que ponga en dificultades a la ocupación y a sus aliados locales.

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