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CRISIS FINANCIERA EN LA ZONA EURO

Los eurobonos, una propuesta sobre la mesa

Eurobonos sí, eurobonos no. El debate sobre una deuda común para la eurozona está sobre la mesa, con posturas a favor y posturas en contra. Por ahora, ganan los segundos.

Imanol INTZIARTE

A principios de diciembre de 2010, el luxemburgués Jean Claude Juncker, presidente del Eurogrupo, y el ministro italiano de Economía, Giulio Tremonti, publicaban en el «Financial Times» un artículo conjunto titulado «Los eurobonos pondrían fin a la crisis». Arrancaban el texto aseverando que «Europa debe formular una respuesta fuerte y sistémica a la crisis para enviar un mensaje claro a los mercados mundiales y a los ciudadanos europeos de nuestro compromiso político para la unión económica y monetaria, y la irreversibilidad del euro».

La solución, a su juicio, podría pasar por la emisión de eurobonos a través de la creación de una Agencia Europea de Deuda (AED). Estos títulos contarían con la garantía de todos los estados de la zona euro. En la actualidad, cada país emite sus bonos, algunos de los cuales ya han sido devorados, mientras que otros están en riesgo porque no cuentan con un respaldo que ofrezca seguridad a los inversores. Con los eurobonos, esos estados podrían acceder, según afirman, a una fuente de financiación más barata, ya que bajarían los intereses a pagar.

Esos hipotéticos bonos europeos, cuyos aspectos técnicos habría primero que definir, serían el equivalente a la deuda emitida por el Tesoro estadounidense. Para Juncker y Tremonti, esta propuesta ofrecería «una respuesta fuerte, creíble y oportuna a la crisis de la deuda soberana» y «dotaría a la UE con un marco sólido e integral», contribuyendo «a la prevención de crisis futuras mediante el fomento de la disciplina fiscal, apoyando el crecimiento económico y la profundización de la integración europea».

La propuesta no satisfizo a los más fuertes. El eje franco-alemán, con el presidente Nicolas Sarkozy y la canciller Angela Merkel a la cabeza, rechazaron la propuesta. Ambos estados gozan de una deuda sólida -aunque la francesa comienza a titubear- y no están dispuestos a mezclar sus bonos con los de otros países más débiles. Juncker, enfadado, les acusó de «antieuropeísmo», a lo que los aludidos replicaron que están «a favor de ahondar en la responsabilización de los estados en lugar de desresponsabilizarlos». El presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durao Barroso, trató de contemporizar y subrayó que, si bien la idea de los eurobonos le parecía «interesante», no constituyen una solución para la actual crisis.

El debate pasó a segundo plano, pero resurgió cuando se disparó la prima de riesgo de Italia y el Estado español. A mediados de junio, el futuro presidente de Banco Central Europeo, el italiano Mario Draghi, apuntaba que «un bono de la UE es perfecto si tenemos una unión más estrecha. O bien somos una unión o bien estamos unidos por unas reglas, por las instituciones o por un presupuesto. De momento, ni una cosa ni la otra».

Un mes más tarde, cuando se debatía sobre el segundo rescate a Grecia, el presidente del Bundesbank (banco central alemán), Jens Weidmann, manifestaba que «nada destruiría más rápidamente y de forma duradera el impulso a una política presupuestaria sólida que una responsabilidad compartida sobre la deuda soberana». Más recientemente, la Confederación Europea de Sindicatos (CES) consideró que la emisión de eurobonos evitaría que la deuda «esté en manos de la especulación de los mercados financieros».

El comisario europeo de Asuntos Económicos, Olli Rehn, reiteró el compromiso del Ejecutivo comunitario para presentar en otoño un informe sobre su viabilidad, mientras que desde Gran Bretaña, el ministro de Economía, George Osborne, apuntó este jueves que es una idea que debe ser «tomada seriamente en consideración». Su país mantiene la libra esterlina, pero Osborne apuntó que «la ruptura del euro sería económicamente desastrosa, también para el Reino Unido, por lo que es necesario aceptar la necesidad de una mayor integración fiscal con la zona euro, aunque garantizando que no formamos parte de ella». Todo apunta a que el debate, como decían en las teleseries, continuará.

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