CATANIA 1
REAL SOCIEDAD 2

Tiene que arrancar la competición para que los resultados pesen en la clasificación, pero no es necesario para que lo hagan en el ánimo. La Real se había impuesto en sus dos primeros amistosos veraniegos, pero desde el 23 de julio no había vuelto a darse el gusto. Hasta ayer, cuando se reencontró con el triunfo. Justo a tiempo, teniendo en cuenta que era el último ensayo preparatorio, para templar ánimos.

Aunque lo más importante de la noche no se veía en el luminoso del Angelo Massimino, sino sobre el césped. E incluso sobre la hoja de alineaciones. Porque el once que diseñó ayer Philippe Montanier -que no pudo contar con Agirretxe y Markel y que recuperó a Bravo y Demidov- puede ser perfectamente el mismo que dé inicio a la competición, sea cuando sea, frente al Atlético de Madrid. O al menos muy parecido porque algún jugador de peso se quedó en el banquillo.

Pero la mayoría formó parte desde el inicio de un equipo al que, de nuevo, le costó encontrar rentabilidad a su dominio del balón. Aunque entró al partido mejor que su anfitrión y se vio premiado, a la media hora, por el autogol de Spolli. El Catania reaccionó casi de inmediato con un gol, el de Potenza, que le dio alas. A partir de ahí, y también en la reanudación del choque, los italianos le dieron más vida a un encuentro al que el carrusel de cambios no le sentó nada bien.

La Real se guardó la chispa justa para sentenciar por medio de Sarpong, a diez del final, y apuntarse un triunfo con más valor anímico que lustre.