El vuelo del niño
Iratxe FRESNEDA
Periodista y profesora de Comunicación Audiovisual
Volar, emprender el viaje, dejar el nido, descubrir el mundo. Un mundo habitado por Wendy y sus hermanos, los niños perdidos, el país de Nunca Jamás, las sirenas, el Capitán Garfio y sus piratas, los polvos mágicos que impulsan el vuelo... El universo de Peter Pan está cargado de simbolismo, invita a la aventura, a la acción... Más de un ingrediente indispensable para que el celuloide reinvente los personajes que habitan en la historia, para que el cine se haya enamorado de la narración que surgió de la mente de un escocés que quería seguir siendo niño. «El terror de mi niñez fue saber que llegaría el momento en el que tendría que dejar de jugar» escribió James Matthew Barrie. Puede que movido por el miedo a dejar de lado su infancia, de su imaginación surgió un personaje seductor y libre, Peter Pan, un ser que no crece, que no se hace adulto y que arrastra en sus andanzas a los que desean seguirle. En el cine, Herbert Brenon fue el primer realizador que llevó su historia al cine en 1924, encarnado por primera vez por una niña llamada Betty Bronson (como años después Hayley Mills o Mia Farrow). La película, disputada por las grandes productoras de la época, resulto ser un éxito, entre otras cosas, por sus logrados efectos especiales. Desgraciadamente extraviada durante muchos años, no se recupero ninguna copia de la cinta hasta que James Card, una autoridad en la preservación de filmes, dio con ella. Poco después Walt Disney compro los derechos de la obra y de ahí surgió un clásico de los dibujos animados. En breve sabremos algo más sobre Peter Pan, pero ya no será la historia de Barrie, será eso que tanto se lleva, una precuela.