Desde los tiempos de «Cómicos de la Legüa» Ramón Barea ha hecho de todo en esto del teatro. Interpretación, dirección, pedagogía... Si Ramón hubiese sido madrileño o catalán... Pero es de Bilbo, y siempre se ha resistido a dejar de serlo, como se ha resistido también siempre a instalarse en la comodidad y en el conformismo, y a dejar de enredar. Buena prueba de su carácter ponderado pero irreductible y entusiasta es el proyecto al que ha arrastrado a una docena de teatristas y al que ya se han sumado cerca de 300 personas.

Me refiero a Pabellón nº6. «Es curioso que la Administración, con dinero público, corra menos riesgos que las empresas privadas, que por lo menos aguantan el tirón hasta que el público deja de ir», afirma Barea refiriéndose a cómo las compañías vascas que logran acceder a un teatro público permanecen en cartel un día o como muchísimo dos o tres. Tras el esfuerzo de crear y levantar un espectáculo, las funciones realizadas se pueden contar con los dedos de las dos manos, o si me apuras con los de una. Y así no hay quien rentabilice el trabajo -y no me refiero sólo a lo económico-, quien lo pula y redondee. Y eso en el ombligo del mundo que es este Bilbo provinciano. Chejov es una vieja querencia de Ramón Barea, hasta el punto que él mismo tiene mucho de personaje del autor ruso. Por eso no es raro que este viejo espacio industrial de Zorrozaurre se llame Pabellón nº6. En la Aste Nagusia levantará el telón con «Cantando bajo las balas»; la recuperación de una espléndida y premiada función que en su momento se pudo ver bien poco en nuestros teatros. Pero habrá más sorpresas. Para descubrirlas, o para sumarse y apoyar este necesario proyecto, no hay más que acceder a su página web.