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Análisis | Ataque a Israel desde el sinaí egipcio

Un escenario triangular que cobra especial protagonismo estos días

Las negociaciones a varias bandas entre representantes palestinos e israelíes, con Egipto como mediador, parecen haber calmado en cierta medida las revueltas aguas. Sin embargo, sobre el ambiente planean todavía grandes interrogantes que pueden trastocar los planes de unos y otros

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Txente REKONDO Gabinete Vasco de Análisis Internacional

El ataque coordinado contra el Ejército israelí cerca de la ciudad balneario de Eilat ha devuelto el protagonismo a Palestina, Israel y Egipto, entrelazando nuevamente sus realidades en un complejo escenario triaungular

La autoría de los ataques, todavía sin dilucidar, contribuye a abrir la caja de las especulaciones, y asoman trazos que apuntan a grupos salafistas, dispuestos a cobrara un mayor protagonismo en la zona.

Egipto, tras las revueltas de los primeros meses de este año, está inmerso en un convulso escenario en el que distintos actores pugnan por colocarse en primera línea.

La sociedad egipcia no acepta ya más las recetas del pasado (represión y autocracia familiar). En mayo tuvo lugar una curiosa coincidencia en torno a cuatro movilizaciones casi simultáneas, que reflejan en cierto sentido la complejidad y dificultades que se avecinan. En dos días coincidieron en el Cairo manifestaciones de salafistas (protestando por la muerte de Bin Laden), de simpatizantes de la causa palestina (frente a la embajada sionista), egipcios solidarios con otras revoluciones árabes, y coptos (protegiendo la catedral en Abbasiya de posibles ataques salafistas).

Junto a ello, los principales actores islamistas (Hermanos Musulmanes, salafistas y sufíes, entre otros) se preparan para alcanzar protagonismo, con la mirada puesta en la participación política e institucional. Sin olvidar tampoco los recientes comunicados de al Qaeda (siempre buscando aprovechar o forzar coyunturas a favor de su propia agenda), e incluso la actitud que mantengan los todopoderosos militares egipcios.

Fruto de esta situación, en las últimas semanas se han sucedido también diferentes ataques armados contra los oleoductos que abastecen a Israel, Siria o Jordania desde la península del Sinaí, así como asaltos a comisarías en la zona. Las tensiones con las tribus beduinas en el pasado, o la presencia, sin confirmar oficialmente, de algunos grupos que operan al amparo ideológico de Al Qaeda han disparado algunas alarmas en los gobiernos egipcio o israelí.

Israel se muestra nervioso y preocupado ante el cariz que puedan tomar los acontecimientos. Mientras, oficialmente, sigue culpando a los mismos. Pero la muerte de soldados egipcios a manos de los militares sionistas ha complicado aún más la situación. Si la población egipcia lleva tiempo demandando un nuevo rumbo en las relaciones con Israel, los estrategas sionistas ven con pavor un auge de los ataques en el Sinaí y dudan de que los militares egipcios puedan controlar la situación (de ahí su propuesta de coordinación militar).

Por otro lado, los dirigentes sionistas han relanzado su campaña internacional para frenar las intenciones de Palestina de ser reconocida como Estado en la próxima sesión de Naciones Unidas en setiembre, mientras se oponen tajantemente al regreso de los refugiados y siguen riéndose de la comunidad internacional con nuevas colonias ilegales.

Analistas solventes israelíes resaltan la sensación de inseguridad en Tel Aviv ante la nueva situación en egipto e insisten en que el conflicto palestino-israelí no tiene posibilidad de victoria militar. Como recordaba recientemente un periódico israelí, «en el pasado se combatió a la OLP y otras organizaciones progresistas y el resultado fue la irrupción de Hamas», coligiendo que si ahora se repitiera la operación contra éstos últimos, probablemente el mayor beneficiario sería cualquier grupo que articule un discurso salafista. Finalmente, destacan el dilema al que se enfrenta Israel que, por un lado, teme el deterioro en el Sinaí, para lo cual tal vez vea como mal menor un aumento de la presencia militar egipcia en la zona, pero que a la vez reabre viejos temores en torno a esa zona estratégica.

Los llamados grupos salafistas también llevan algún tiempo intentando adquirir mayor protagonismo en la región, y más concretamente en Palestina. Los enfrentamientos entre Hamas y al Fatah, junto a la salida de Israel de Gaza en 2005-2006, fueron aprovechados por grupos salafistas para ganar notoriedad. Una vez en el poder, Hamas no dudó en enfrentarse abiertamente a estos grupos, debilitanando su peso político.

En los últimos años varios acontecimientos han vuelto a dar centralidad mediática a alguno de esos grupos. En agosto de 2009 Jund Ansar Allah (el Ejército de los seguidores de Allah) declararon el emirato islámico en Rafah, lo que generó importantes enfrentamiento con Hamas, que en 24 horas acabó con el grupo. Posteriormente el secuestro y muerte del voluntario italiano Vittorio Arrigoni en abril por parte del grupo Tawhid wa al-Jihad (Monoteísmo y Jihad) o las protestas tras la muerte de Osama Bin Laden en Gaza denotan su presencia.

Los grupos más importantes son Jaysh al-Umma (Ejército de la Nación) y Jaysh al-Islam (Ejército del Islam). El primero se ha responsabilizado de varios ataques con cohetes contra Israel, mientras que el segundo colaboró con otras organizaciones en la captura del soldado sionista Gilad Shalit en junio de 2006. Creado por un antiguo miembro de los Comités de Resistencia Popular y ligado al poderoso clan de los Dughmush, ha ido incrementando su oposición a la política de Hamas.

Junto a otras células menores, se ha llegado a detectar la presencia de miembros de Fatah al-Islam, una organización presente en los campamentos de refugiados palestinos en Líbano.

Todos comparten la ideología salafista. Rechazan la resistencia y la lucha contra Israel en clave palestina, apostando por una lucha jihadista transnacional; quieren islamizar la sociedad palestina, por la fuerza si fuere necesario; y se oponen a la participación política, defendiendo un sistema basado únicamente en la sharia. Esta agenda les lleva a oponerse cada vez con más firmeza a Hamas, al tiempo que buscan cualquier oportunidad para que el tensionamiento de la situación les de una ventaja en la zona.

De momento no son importantes cuantitativamente, pero factores internos o externos pueden desequilibrar la balanza en su favor y cambiar el escenario regional. La búsqueda de contradicciones en Hamas, bien con ataques directos o buscando provocar a Israel, lo que tensaría la situación al tiempo que sabottearía al Gobierno de Gaza, son factores a tener en cuenta.

Finalmente, desde EEUU la postura de Obama no difiere mucho de la de sus predecesores, a pesar de sus cantos de sirena sobre una nueva agenda para Oriente Medio sabe que sigue contando con el apoyo incondicional de Washington y sus aliados occidentales, lo que refuerza aún más las posturas de los halcones sionistas.

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