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Koldo CAMPOS Escritor

Dios existe

La primera prueba de su existencia la tuve años atrás cuando Fidel Castro enfermó y, en Miami, la gusanera salió a la calle festejando la noticia y su muerte a la espera de que Dios la complaciera: ¡Que muera el dictador!

Y Dios los complació. Días más tarde moría Alfredo Stroessner.

Siguieron reclamando en Miami la gracia divina matizando, eso sí, que no era el dictador paraguayo a quien querían muerto sino al otro, al hijo puta.

Y Dios también los oyó. Días más tarde moría Pinochet.

La segunda prueba la tenemos todos los años en Semana Santa cuando la lluvia impide los cortejos. Cansado de que se tome su nombre en vano Dios apela al sabotaje del agua para expresar su indignación, porque no quiere penitentes descalzos ni envenenadas saetas y ya está aburrido de tanta mojiganga y cofradía, de tanto capirote, de tanta hipocresía, de tanta vela en tan ajeno entierro.

La confirmación de su existencia la he tenido ahora, cuando después de anticipar 40 grados de infierno a la muchedumbre, ya en la noche, casi coinciden el Papa y la lluvia. «Dios nos manda sus bendiciones en forma de lluvia» consoló el Papa a su audiencia debajo del paraguas.

Dios no quiso desmentir al Papa y desencadenó todas las bendiciones que le quedaban en forma de vendaval haciendo volar su solideo y la cruz de las JMJ. El diluvio derribó carpas, dañó 600 mil hostias, provocó varios heridos y creó el pánico. «Que ninguna adversidad os paralice» aún tuvo tiempo de agregar el Papa antes de interrumpir su discurso.

Hoy sé que Dios existe y que, además de cubano, trabaja como meteorólogo.