El pensamiento binario es un modo de pensar restrictivo, que divide al mundo en dos categorías y desalienta la concepción de otras soluciones. Se deja de buscar otras alternativas. Ambas representan todas las opciones posibles y aceptar ese esquema alimenta el maniqueísmo, el comportamiento bipolar y la pereza intelectual.

El lehendakari López ha colgado un mensaje en su blog personal, www.patxilópez.com, con el título de «Demócratas a media jornada» que es un ejemplo monumental de dicho esquema de pensamiento.

Servidora cogió el bolígrafo rojo y se dedicó a subrayar las veces que repetía expresiones del tipo «grandes vencedores», «nuestra victoria», «han perdido su batalla», «asumieron su derrota», «se dieron cuenta que jamás vencerían al sistema», «nuestra firmeza ha conseguido triunfar», «no podemos dormirnos en nuestro triunfo democrático», «nuestra victoria puede ser usurpada»... Paro para no cansar al personal. Pero díganme ustedes, díganme si han visto últimamente un pensamiento tan binario y semejante podredumbre intelectual. Obsesionado en un esquema de ganadores y derrotados, y en construir el futuro sobre ese imposible, el subconsciente le traiciona. Si tan seguro está de su «victoria» y reclama para si el logro de la «derrota» de la «gente de la antigua Batasuna», ¿a qué viene ese empeño en repetir hasta llegar a empalagar lo que para él parece obvio? A mí me da que ni él se cree su propio esquema y que tampoco proyecta fortaleza ni coraje en sus convicciones.

Acusar a Bildu de tener «demócratas a media jornada, que habitan más tiempo en el lado oscuro del pasado» tiene tela. Y que un lehendakari diga que «no pueden ser demócrata un rato y otro no, estar dentro y fuera a la vez», y que se atreva a zanjar que «no podremos considerarles unos demócratas más» pasa del castaño oscuro. Como los karramarros, va hacia atrás, sin iniciativa ni liderazgo. Y encima se enroca en el «relato» de lo que ha pasado y se preocupa por «lo que dirán los historiadores».

Mejor haría el lehendakari en mirar al futuro, en un relato coral de responsabilidades compartidas, en superar el estéril juego de la suma cero.

Pero con ese pensamiento binario tan primario, lo que no se puede, no puede ser. Y además es imposible.