campamentos militares, lA ÚLTIMA MODA EN COREA DEL SUR
De veraneo... a las trincheras
Caminar con un saco de varios kilos sobre la espalda, correr mientras se arrastra un paracaídas, hacer frente a un ataque de gases químicos: estos son algunos de los componentes del programa que se propone a los surcoreanos para unas vacaciones diferentes y que está obteniendo cada vez más éxito en este país de fuerte cultura militar.
Jung Ha-Won-AFP | SEUL
El campamento, situado en la base de Gangseo (al oeste de Seúl) acoge a «reclutas» mayores de 13 años y proporciona entrenamiento militar básico en cuatro días, por la módica suma de 40.000 won (26 euros). Desde su puesta en marcha en 2003, este tipo de campamentos militares ha atraído a más de 17.000 turistas: adolescentes, adultos jóvenes, familias enteras, veteranos nostálgicos...
La cultura militar está profundamente arraigada en Corea del Sur. Los hombres cumplen aquí dos años de servicio militar, formación que se considera necesaria por parte del Estado, debido al riesgo de conflicto con su vecino y enemigo, Corea del Norte. El ejército organiza algunos de estos campos, aunque también los hay de empresas privadas. «La mayoría de los participantes son niños, a modo de preparación del servicio militar que les espera», explica con tranquilidad el mayor Lee Joo-ho, portavoz del campamento Gangseo. «Pero cada vez hay más chicas interesadas, desde la apertura de un grado para mujeres que quieran convertirse en oficial».
En el campo embarrado de Gangseo, 230 estudiantes gritan. Es su tercer día de campamento. Bajo una lluvia torrencial, se entrenan para saltar en paracaídas saltando en un cajón de arena. «Sí, jefe, lo puedo hacer», gritan al saltar. «Déjame oír tu voz. ¡Grita el nombre de tu novia!», ordena un soldado a un joven de 20 años que baja por un cable desde una plataforma situada a 20 metros sobre el suelo. Este, con cara de preocupación, dice algo en voz inaudible y el militar agarra el cable, deteniendo a su estudiante a mitad de la caída. «¿Eso es todo lo que tienes en el estómago? ¡Dilo más fuerte!». «Quiero a Choi Yoon», grita el chico.
Kim Tae-Hoon, de 17 años, acude a estos campos dos veces al año alentado por su padre, quien tuvo que abandonar la carrera militar. «Es perfecto para aliviar mi estrés y más divertido que los videojuegos», dice. Su hermano menor, Tae-an, de 13 años, encuentra «muy emocionante» el ejercicio de protección en caso de ataque químico, llevado a cabo en una habitación llena de gas. «Estoy contento, porque he perdido peso. Me siento como un hombre», dice este adolescente mofletudo.
Pero Cho Byung-Chan, 15 años, se reconoce «muy enfadado» con sus padres por enviarlo aquí. «Me dijeron que tenía que crecer», dice mientras intenta recuperar el aliento después del rappel. «Tengo hambre». Un padre de familia, Yoon Jeong-Sik, ex militar, fue capaz de convencer a su esposa y sus dos hijas. «Al principio estaban contentas, porque no tenían ni idea de lo que les esperaba. Ahora trato de evitar sus miradas», dice entre risas.