REBELIÓN EN LIBIA / LA BATALLA DE TRÍPOLI
Los rebeldes toman su cuartel y siguen a la caza de Gadafi
El cuartel general de Gadafi está ya en manos de los rebeldes apoyados por la OTAN, pero en él no había ni rastro del coronel, cuya captura consideran imprescindible para asegurarse la victoria. El golpe propagandístico replica al que consiguió el régimen con la reaparición de su hijo Seif.
GARA | TRÍPOLI
Con la siempre presente y decisiva cobertura aérea de la OTAN, los rebeldes lanzaron un ataque contra el complejo gubernamental de Bab al-Aziziya en lo que presentaron como el «asalto final» contra el régimen de Gadafi. El ataque, iniciado a primera hora, culminó entrada la tarde con la conquista del inmenso complejo, que en sus seis kilómetros cuadrados incluye el palacio presidencial.
Desde el interior, fuerzas leales al régimen de Gadafi respondieron en un primer momento con fuego de mortero. Corresponsales de la agencia France Presse aseguraron que los combates, con intercambio de artillería, fueron los más duros desde que, el sábado, comenzó la ofensiva rebelde sobre la capital.
Un corresponsal de AFP narró «la increíble escena» de cientos de milicianos y civiles entrando al símbolo del régimen de Gadafi en la capital y aseguró que fue decisiva la llegada al mediodía de refuerzos procedentes de la ciudad de Misrata, enclave rebelde a medio camino entre el occidente y el oriente libio.
Los necesitaban. El ataque se lanzó durante la mañana con carros de combate «requisados a unidades militares del régimen» la víspera. Mientras tanto, grupos de milicianos rebeldes se protegían en una escuela cercana al complejo gubernamental esperando los refuerzos, prometidos a su vez desde el enclave de al-Zawiyah (40 kilómetros al oeste de Trípoli)
En paralelo, se registraban combates a varios kilómetros a la redonda, incluidos los alrededores del Hotel Rixos, que alberga a la prensa extranjera).
La cadena de televisión Al Yazira mostró imágenes en directo de numerosos libios frente al balcón desde el que Gadafi ofreció uno de sus discursos al comienzo de la revuelta. Se veían cadáveres de soldados del régimen en el suelo y milicianos aprovisionándose de armas.
La cadena de televisión Al Arabiya informó de que los rebeldes izaron la bandera monárquica (negra, roja y verde) que han hecho suya los rebeldes en la otrora residencia de Gadafi.
Lo necesitaban. Precisaban una victoria simbólica en para levantar la moral de las tropas y, sobre todo, para hacer olvidar los reveses igualmente simbólicos de las últimas horas.
Porque la caída de Trípoli se hacía de rogar. Tres días después del inicio de la entrada triunfal de los rebeldes en la capital, la confusión seguía siendo total. Grupos de milicianos mal armados y peor entrenados controlaban muchos puntos estratégicos de la capital. El ministro de Información del CNT insistía en que los rebeldes tendrían bajo control el 80% de la ciudad, pero reconocía los habituales problemas de una guerra urbana, al señalar que las fuerzas leales a Gadafi se hacían pasar por sublevados.
En este contexto, los rebeldes parecían dudar sobre la táctica a emplear: intentar una progresión rápida a traves de las grandes avenidas, expuestas a los disparos de los francotiradores, o avanzar lentamente a través del laberinto de callejuelas pero sin saber lo que les esperaba.
Como muestra de lo precario de su posición, el CNT se ha limitado hasta el momento a abrir una pequeña oficina en las afueras de Trípoli, aunque se negó a especificar su ubicación por «motivos de seguridad».
La situación en Trípoli era cada vez más peligrosa. La cadenabritánica Sky News informaba de las primeras víctimas civiles del fuego cruzadol. Había cortes de electricidad y de agua en toda la ciudad y la cadena CNN informó de combates en torno a varias instalaciones militares que jalonan la carretera que lleva al Aeropuerto Internacional, cuya conquista anunciaron el lunes los rebeldes.
Largas columnas de vehículos huían durante toda la jornada de ayer hacia el oeste, concretamente en dirección a al-Zawiyah. Fuentes rebeldes aseguraron que eran «civiles que huyen de los combates».
«Gadafi sigue en Trípoli»
El presidente de la Federación Rusa de Ajedrez, Kirsan Ilioumjinov, aseguró que el coronel Gadafi le habría asegurado que seguía en Trípoli y que no tenía intención alguna de abandonar Libia. «Estoy vivo y en buena salud. Me encuentro en Trípoli y lucharé hasta el final», advirtió, según el mensaje recogido por la agencia rusa Interfax.
De confirmarse este extremo -poco antes de que saliera este despacho de agencia la OTAN aseguraba desconocer el paradero del coronel-, se trataría del segundo golpe sicológico a los rebeldes en apenas doce horas.
En la noche del lunes, el que en su día apuntaba como sucesor de su padre al frente de Libia, Seif al-Islam, hacía una aparición en el complejo de Bab al-Aziziya, desmintiendo las noticias, anunciadas la víspera por el CNT y confirmadas hasta por el Tribunal Penal de La Haya, sobre su detención.
Un grupo de periodistas extranjeros fue trasladado desde el Hotel Rixos para certificar su reaparición. «Aquí estoy para desmentir las mentiras», señaló el hijo de Gadafi, rodeado por un grupo de partidarios bien armados y por decenas de pick-ups y de 4x4 con ametralladoras y cañones antiáereos. Ante la incredulidad de la prensa, que acaso esperaba encontrar a su padre, Seif al-islam aseguró que «Trípoli sigue bajo nuestro control» y que estaríamos asistiendo «a una guerra tecnológica y electrónica para provocar el caos y el terror en Libia».
De visita al Hotel Rixos
Horas más tarde, al alba, el hijo del coronel se pasó por el Hotel Rixos para asegurar que «Gadafi y toda su familia están en Trípoli» e insistió en que el régimen habría dejado entrar a los rebeldes en la capital para tenderles una trampa. «Es una ratonera», añadió.
La confusión aumentó aún más cuando se supo que otro de los hijos de Gadafi, Mohamed, este último ciertamente detenido en la noche del domingo, habría logrado escapar tras ser liberado en su casa por un grupo de hombre armados que se identificó como miembros de las «células revolucionarias», nombre con el que designa el régimen del coronel a sus brigadas de voluntarios.
El CNT guardaba un engorroso silencio y un portavoz rebelde se limitó a señalar que «podríamos haberlos encarcelado, pero decidimos que fueran bien tratados», dando a entender que habían sido puestos sólo en residencia vigilada.
Combates en todo el país
Túnez mantenía cerrados desde el lunes los puestos fronterizos de Dehiba y Ras Jadir, y el coronel Mojtar Ben Nasser confirmó que este último paso, escenario de combates la víspera si hacemos caso a cadenas como Al jazeera, seguía en manos del régimen de Gadafi.
En medio de noticias descorazonadoras para sus hombres, el CNT emitió un parte de guerra en el que aseguraba que proseguía su avance militar desde el este, concretamente desde Brega -cuya conquista reivindicó el lunes-, y anunció haber tomado bajo control el puerto petrolero de Ras Lanuf.
Un corresponsal de Al jazeera aseguró que tropas leales a Gadafi se estarían retirando y concentrando en torno a Sirte, tercera ciudad del país y feudo de la tribu de la que los Gadafi son originarios (los gadhafa).
OTAN: «Esto no ha terminado»
Tanto la OTAN como el ministro francés de Exteriores, Alain Juppé coincidieron en advertir de que «la victoria no se ha contemplado» pero insistieron en que el fin del régimen de Gadafi «está cerca». «Ya dije ayer (por el lunes) que el régimen está al borde del desmoronamiento pero que sigue habiendo bolsas de resistencia», aseguró Juppé.
La situación en Libia era comparable a un juego entre el gato y el ratón, con un Gadafi evaporado en el aire y con detenciones desmentidas y/o fugas de sus hijos ante los mismísimos ojos de sus captores.
No es nada fácil discernir entre la información y la propaganda, pero hay quien apunta a que la estrategia occidental a la hora de encarar incluso lo que parecen los estertores del conflicto estaría marcada por dos principios a priori contradictorios pero complementables.
De un lado, la OTAN tiene prisa por acabar con un conflicto enquistado ya durante seis meses y muy gravoso en plena crisis económica. Pero, en paralelo, le interesaría, desde el principio, evitar una victoria arrolladora de unos rebeldes sobre los que no deja de mostrar desconfianza. El futuro de Libia, y de la revuelta, es lo que está en juego y Occidente prefiere a unos rebeldes agotados y eternamente deudores. Ello podría explicar el aparente caos de la última batalla sobre Trípoli.
China, que ha invertido miles de millones de dólares en la Libia de Gadafi, denunció que la revuelta ha afectado a sus intereses, mientras que un diario oficial recordó a Occidente su responsabilidad en «arreglar el desastre en que ha sumido al país» árabe.
La República Islámica de Irán felicitó al «pueblo musulmán libio» por la entrada rebelde en Trípoli e insistió en que «las demandas legítimas de los pueblos son necesidades ineludibles». Teherán es enemigo declarado del régimen de Gadafi.
El Gobierno ecuatoriano denunció la falta de respeto de las potencias occidentales a la «integridad territorial» de Libia. «El futuro del país debe ser determinado por el pueblo libio, no por una alianza militar con miles de bombardeos», señaló.
La organización chií de resistencia libanesa felicitó al pueblo libio »por su gran victoria y su revolución triunfante que condujo, tras costosos sacrificios, a la derrota del tirano. Hizbullah recordó que Gadafi mató a uno de sus líderes, musa al-Sadr.