CRíTICA cine
«Arriya» El tiempo reencontrado
Mikel INSAUSTI
Arriya» es una película que tiene mucha miga, como si Alberto Gorritiberea quisiera contar un montón de cosas que le rondan en la cabeza a través de una compleja historia con múltiples ramificaciones. Demuestra un gran poder de condensación al manejar cantidad de personajes y situaciones sin hacerse un lío, con las ideas claras para que el espectador no pierda nunca el hilo. La estructura narrativa es circular y empieza y acaba en la infancia, que representa el espacio de libertad para unos personajes enfrentados a un conflicto histórico, el de sus familias y el de su pueblo, extensible a su vez al de la propia Euskal Herria, con sus fronteras artificiales y un trilingüismo impuesto. El título simboliza la pesada carga de las tradiciones, y no por casualidad Gorritiberea es autor de un documental sobre Oteiza, que se hace presente en las palabras y gestos de Ramón Agirre cuando describe, como él sólo sabe hacerlo, la fantasía de una mula que arrastra la piedra, sin tocar el suelo, despojándola de su materia. Un dilema entre presente y pasado, entre lo viejo y lo nuevo, que supone todo un reto para las generaciones más jóvenes.
El dilema temporal adquiere distintas formas, bien la de una apuesta a vida o muerte entre una obstinada mula y un caballo dopado, o bien la del reloj del campanario que en lugar de avanzar va para atrás. Es el amor que se renueva constantemente el llamado a acabar con odios ancestrales, y lo que podía haber sido una tragedia romántica entre Capuletos y Montescos se abre a un triángulo pasional que plantea una encrucijada de destinos mucho más abierta y llena de posibilidades. La responsabilidad recae sobre Iban Garate, que supera con nota el examen de madurez dramática. A su alrededor gravita una variada tipología costumbrista volcada sobre la locura cotidiana, que se expresa mediante ágiles diálogos montados sobre planos cortos, en un toma y daca acompasado por el ritmo intermitente de la txalaparta y del piano mecánico de Bingen Mendizabal.
