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Son sus muertos, no es su guerra

El ataque de hombres armados que tras rociar con gasolina el abarrotado Casino Royale de Monterrey le prendieron fuego y causaron la muerte de al menos 53 personas es el �ltimo episodio dram�tico de una �guerra contra el narco� que est� asolando M�xico. Desde que en diciembre de 2006 el presidente Felipe Calder�n declarara dicha guerra, la escalada de violencia ha aumentado sin cesar, con fosas comunes, decapitaciones, ahorcamientos desde puentes y un sin fin de atrocidades, hasta llegar a una cifra estimada de m�s de 40.000 muertos. Una guerra que est� desangrando M�xico, expandiendo un sentir generalizado de exasperaci�n, angustia y temor entre los mexicanos, amenazando su soberan�a nacional, y con la que muchos, fundamentalmente al norte de r�o Bravo, est�n haciendo un negocio redondo. Una guerra, sencillamente, fallida y sin rumbo.

Esta guerra interna, sin �c�digos de honor�, donde no se respetan normas jur�dicas ni l�mites morales, necesita de una imaginaria construcci�n del enemigo -las drogas y los narcos- al estilo del �eje del mal� para su propia justificaci�n. EEUU, en nombre de la seguridad nacional, se implica siguiendo el modelo de Irak y Afganist�n, vende a M�xico aviones no tripulados de vigilancia y todo un arsenal, mientras exige respuestas m�s en�rgicas. La espiral se descontrola guiada por la codicia, el cinismo y equ�vocos preocupantes.

EEUU es hoy el mayor mercado de drogas del mundo. La m�s grande lavadora de dinero negro del narcotr�fico. El traficante de armas por excelencia para los c�rteles. El primer exportador de componentes qu�micos para la elaboraci�n de drogas. Su posici�n de eludir y trasladar al pa�s del sur las responsabilidades es insostenible. Es urgente repensar un nuevo enfoque. Para M�xico, son sus muertos y, por tanto, no es su guerra. El debate de la legalizaci�n de las drogas ser�a un buen punto de partida. Poner freno a la injerencia mortal de EEUU, la mejor continuaci�n.

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