La confianza de los consumidores y empresarios europeos se resquebraja de forma acelerada, mientras los inversores tratan de encontrar luz en la postura del presidente de la Reserva Federal, Ben Bernanke, para salvar el parón económico. En Europa los ojos están colocados sobre los movimientos de Berlín y París para tratar de suturar las heridas de la crisis financiera y de deuda. Pero los problemas, sin embargo, no dejan de crecer, y mientras siguen goteando los recortes en las proyecciones de crecimiento económico a ambos lados del Atlántico, la realidad, en forma de dato objetivo, se torna aún más negativa. Ayer se constató una fuerte caída en la confianza del consumidor en Estados Unidos para el mes de agosto. Según el índice del Conference Board, cayó de los 59,2 puntos hasta los 44,5, su peor nivel desde abril de 2009. Así las cosas, las informaciones sobre los descensos manifiestos de la confianza vapulearon a los índices europeos, aunque la mayoría pudo encaramarse a los números verdes antes del cierre. El Ibex fijó el último cambio en los 8.444,80 puntos, tras sumar un 0,59%. París (+0,18%) y Londres (+2,70%) salieron bien paradas, pero no Fráncfort (-0,46%). La subida del Ibex descansó, sobre todo, en la buena evolución de Repsol (+4,15%), que podría pasar a ser controlada por Sacyr (+12,25%) si progresa su alianza con Pemex para detentar cerca del 30% del capital. En las bajadas, destacó Abengoa al ceder un 1,25% después de presentar sus resultados. En París el mejor fue Accor (+2,42%), en tanto que L'Oréal (-1,82%) encabezó las pérdidas.