El comienzo del curso político marca, en gran medida, el final del verano. Dicen las malas lenguas que en realidad lo que marca los confines del verano es ver cómo los periódicos se llenan de historias que en otra época jamás hubieran logrado hacerse un hueco en sus cotizadas páginas. Quienes eso defienden inciden en que a menudo se trata de historias absurdas, curiosidades o incluso anécdotas que se inflan hasta llenar un espacio que, en pura lógica periodística, no merecen. Es cierto que, en general, esto ocurre. Pero también ocurre lo contrario. Es decir, en verano se relatan historias cotidianas que sí merecen ser contadas, se hacen entrevistas que humanizan a personas interesantes de las que sólo conocemos un frío perfil, se narran fiestas en un tono jocoso y punzante poco habitual en los medios, se publican reportajes con puntos de vista originales, se lanzan propuestas que pueden ayudarte a disfrutar de un día de lluvia en agosto, se ofrece testimonio de quienes trabajan para que el resto disfrute... «Cosas para leer» que diría alguno. Eso es, en definitiva, lo que GARA ha intentado hacer con Udate, su sección estival, que se despide hoy con voluntad de volver para contar nuevas historias.