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El caso Bettencourt vuelve a salpicar a Sarkozy a meses de las elecciones

El escándalo Bettencourt, que versa sobre la financiación electoral del partido gubernamental UMP y que ya costó el puesto al ministro de Presupuesto Eric Woerth vuelve a salpicar al inquilino de El Elíseo a raíz de un libro que recoge testimonios de la juez que se encargó inicialmente del caso. Y lo hace a menos de un año de las presidenciales y con el opositor PS afilando los dientes en plenas primarias.

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GARA | PARÍS

La juez Isabelle Prévost-Desprez, que llevó el caso de la multimillonaria francesa Lliane Bettencourt, asegura en un libro que verá la luz hoy y cuyos extractos fueron avanzados por la prensa, que un testigo clave vio al presidente francés, Nicolas Sarkozy, recibir sobres con dinero de parte de la máxima accionista de L'Oréal.

Se trata del libro, «Sarko m'a tuer», escrito por dos periodistas de «Le Monde» y que recoge testimonios de la vicepresidenta del tribunal de Nanterre que se ocupó del caso que provocó la dimisión del ministro de Presupuesto Eric Woerth, salpicado por los escándalos de financiación ilegal para la campaña presidencial de Sarkozy.

El periódico precisa que el testimonio se refiere a la enfermera de la octogenaria millonaria, quien habría confesado ante el secretario del juez que «yo vi entregar dinero negro a Sarkozy pero no podía decirlo en el proceso verbal». Con esta acusación se retoma una línea que evocó anteriormente la que fuera contable de Bettencourt, Claire Thiboult, quien también señaló al presidente francés.

Según los extractos del libro publicados ayer, Prévost-Desprez asegura que los testigos tienen «miedo de hablar sobre Sarkozy en el proceso verbal».

Isabelle Prévost-Desprez tuvo que dejar el caso en otoño de 2010, cuando fue trasladado al tribunal correccional de Burdeos. «Este proceso representaba un riesgo alto para El Elíseo, ya que había un 90% de posibilidades de que fuera condenatorio para ellos. Había que desposeerme (del caso) por todos los medios. Era imperativo descabalgarme» de la investigación, agrega la magistrada. Ahora, asegura, «estoy preparada. No me moverán. Me guían principios intangibles: para todo el mundo la misma justicia».

Corresponde ahora a los jueces de instrucción de Burdeos decidir si interrogan a la enfermera de Liliane Bettencourt o a la misma juez. Y es que el caso fue residenciado en Burdeos después de un conflicto abierto entre el juez y el fiscal de Nanterre, Philippe Courroye, próximo del presidente Sarkozy.

El Elíseo y el PS

El Elíseo tildó las informaciones de «alegaciones escandalosas, infundadas y falsas». La portavoz del Gobierno, Valérie Pécresse, señaló que «cuando alguien tiene acusaciones, no las escribe en un libro o las lleva a la prensa, sino a la Justicia».

La primera secretaria del PS, Martine Aubry, pidió que se abra una nueva investigación. «Es lo que pasa normalmente en un país donde la justicia es independiente y libre». Su rival en las primarias del PS y favorito, François Hollande, denunció las «presiones de El Elíseo« sobre los tribunales para impulsar o torpedear procesos.

HOLLANDE

«Funciona desde El Elíseo una célula que, en concurso con la Policía y los tribunales, presiona para que algunos casos judiciales sean impulsados o, en su caso, silenciados», asegura el favorito en las primarias del PS, François Hollande.

FILLON

«Es lamentable que, en contra de toda regla deontológica, tales alegaciones contra el presidente, desprovistas de fundamento, alimenten un rumor detestable e insidioso» y sean recogidas por los medios, declaró el primer ministro, François Fillon.

Un escándalo originado en una riña familiar

El escándalo Bettencourt estalló en 2009, cuando a partir de un cisma familiar entre la multimillonaria francesa y su hija, que la acusaba de dilapidar su fortuna, salieron a la luz más de 20 horas de grabaciones clandestinas registradas por el mayordomo de la heredera del imperio L'Oréal.

Las grabaciones, con las que se pretendía probar que el fotógrafo Françoise Bettencourt-Meyers se aprovechaba del dinero de la anciana, desembocó en un escándalo con ramificaciones político-financieras que salpicaron al entonces ministro de Presupuesto, Eric Woerth, del Gabinete de Nicolas Sarkozy, y a la propia Liliane Bettencourt, por evasión fiscal.

Los tribunales franceses dieron carta de naturaleza legal a las cintas y se abrieron media docena de investigaciones que apuntaban a Woerth y que terminaron costándole el puesto tras descubrirse que su esposa trabajaba en la gestión de la fortuna del imperio L'Oréal, valorada en unos 17.000 millones de euros, de Bettencourt, quien se supone pudo haberse beneficiado de un trato fiscal favorable.

Se da la circunstancia de que la multimillonaria, a quien la Tesorería francesa ha reclamado inicialmente 30 millones de euros por evasión fiscal y sobre quien se sospecha que ocultó al fisco la posesión de una isla entera en las Seychelles, fue una de las personas que pidió recientemente la creación de un impuesto especial a los ricos para ayudar al país a salir de la crisis.

Toda una paradoja y un remate en un caso que revela las conexiones entre el mundo de la política y el de la alta sociedad. GARA

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