Oihana Llorente Periodista
Meros espectadores
Mientras que los bilbainos ataviados con la camisa comparsera disfrutaban de la presencia de Marijaia, una joven imploraba auxilio en el centro de la ciudad. Nadie pudo hacer nada por ella y su cuerpo sin vida quedó tendido en mitad de la calle.
La fiesta se detuvo en Bilbo por unos minutos, pero el rechazo, mostrado por ciudadanos e instituciones no evitó que la realidad volviera a estallarnos en la cara. Esta vez era la baionarra Sophie Loudette quien perdía la vida. De nuevo a la calle. Y de nuevo perseguidas por nuevas denuncias de violaciones a menores.
Se ha trabajado duro para que la tenebrosa tragedia que afecta a miles de mujeres, sin que importe su condición ni edad, vea la luz. Las denuncias, su difusión en los medios y las concentraciones han contribuido en hacerla perceptible.
Hemos avanzado, de acuerdo. Ahora somos espectadores de este drama antes oculto. Pero no podemos conformarnos con ser meros espectadores de esta violencia patriarcal y echarnos las manos a la cabeza ante cada fatal desenlace. No es suficiente con acudir a las concentraciones para limpiar nuestras conciencias. Hay quien tiene el deber y la responsabilidad de frenar esta tragedia y debemos obligarles a que tomen las riendas.
La muerte de una mujer es la cara más cruel de la desigualdad que afecta a la mitad de nuestra población. Es fácil colocarse tras la pancarta ante un hecho de este tipo. Pero la violencia no empieza ni acaba con esa muerte. La violencia contra las mujeres está presente en el día a día de todas las mujeres. A veces de forma imperceptible, es cierto. Pero otras muchas veces se da de forma consentida, como ocurre en el mundo laboral o en las fiestas de nuestros municipios.
La violencia contra las mujeres es totalmente transversal, por lo que para combatirla hay que hacerle frente desde todos sus ámbitos, algunos tan incómodos para las instituciones como el Alarde que la próxima semana recorrerá Hondarribia.
Mientras que situaciones tan bochornosas como éstas sigan ocurriendo con total impunidad y nuestro rechazo no sea absoluto, los cadáveres de mujeres vascas seguirán llenando los informativos.