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Maite SOROA | msoroa@gara.net

Enoja a nacionalistas, «ergo» todo perfecto

El Congreso español dio luz verde a la tramitación de la reforma constitucional con 318 votos favorables entre durísimas críticas de PNV, CIU, ERC y BNG. Los editoriales del día después, más allá de centrarse en las implicaciones que los resultados de las votaciones tendrían en «tranquilizar» a los mercados y en proyectar seguridad y solvencia ante la que se avecina, se centraron preferentemente en el hecho de que los nacionalistas quedaban fuera, y sin cortarse ni un pelo, aplaudían el hecho y lo ponían como ejemplo a seguir. Enseñan ya la patita. Los colmillos, mejor dicho.

En el editorial de «El Mundo» el propio título lo dice todo: «Estará bien si irrita así a los nacionalistas». O sea, que aparcan la economía para centrarse en debate sobre el modelo territorial. Y lo hacen sin complejos: «Lo que en realidad les molesta es que su sueño de una España confederal se desvanece cuando el PSOE y PP llegan a un pacto de Estado». Y avisan a navegantes: «Sería muy deseable para garantizar la viabilidad del Estado -'unitario' mal que le pese a Duran- que socialistas y populares, tras las próximas elecciones, continuaran por la senda de los acuerdos en esta materia». Servidora ha escrito en varias ocasiones que la crisis económica había acelerado la crisis política y de modelo que vivía la «democracia española». Ya ven ustedes cómo los guardianes del españolismo más ultramontano son conscientes de ello y tienen su receta: recentralizar más el Estado y hacer de los nacionalismos periféricos un fenómeno irrelevante, sin margen para cortar ni para pinchar.

El «Abc» tiraba por la misma dirección, con un título que no dejaba margen al equívoco: «Vuelta al consenso... sin el nacionalismo». Se afana en negar las acusaciones del catalán Duran, que dijo que la reforma «rompía el proceso constituyente», y dice que es hecha y derecha «como corresponde a una nación articulada en un Estado unitario».

El consenso constitucional se rompe, dice, con «la discriminación negativa del castellano, las propuestas soberanistas y el discurso frentista contra España». Y si los nacionalistas del Congreso están enfadados, mejor que mejor.

Ya ven cómo vienen: aprovechan la crisis para apuntillar la España unitaria y centralizada.

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