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Jakue Pascual Sociólogo

Augusto Burning

Inglaterra añora lo decimonónico. Ama el Imperio militarista que rapiña los recursos de la Joya de la Corona o Libia

London Calling suena como banda sonora entre los disturbios. Es la declaración de guerra de los seres del inframundo que no temen bailar al aire de las cachiporras. Londres arde y el colapso entra en tiempo de descuento. «La gente está harta», titula Socialist Worker.

El estallido detona en Tottenham por el desprecio mostrado por la Policía tras matar a Mark Duggan sin más explicaciones. El incendio se extiende imparable... Enfield, Brixton, Hackney... Los mass media fabrican estereotipos espectaculares y etiquetan como vándalos a los airados.

El Parlamento británico es pasto de las llamas en Twitter. Las imágenes de la revuelta se descargan de YouTube y se difunden por facebook. Y la resistencia se organiza a través del Messenger de BlackBerry.

La jefa de policía reconoce que sus muchachos están «impresionados» por la intensidad violenta de la respuesta. La falta de autocrítica produce ignorancia. Cualquier chaval de barrio acumula razones de odio ante la falta de oportunidades en el gueto.

Quema, saqueo y ataque a comisarías. Esta mañana desperté en un toque de queda, cantó Bob Marley. El primer ministro Cameron saca a la calle a 16.000 policías. Recurrirá al ejército si lo estima oportuno. Argumenta que se trata de «delincuencia pura y simple».

Don't Panic; Don't Talk. Según el antropólogo Chris Knight de la X Network, hay una «forma de autoorganización muy sutil» en esta revuelta. Las bandas locales se han unido para luchar contra la policía, no están politizadas en el sentido tradicional de la palabra, pero sí «organizadas mil veces mejor» que los izquierdistas.

Se abren diligencias por instigación a la violencia contra los emisores de mensajes «inflamatorios o erróneos» y se difunden por televisiones y paneles murales las imágenes intervenidas ilegalmente en los sistemas CCTV que monitorizan toda Inglaterra. Cameron no permite que «falsas preocupaciones sobre los derechos humanos» se interpongan a su exhibición, baraja que la Policía pueda aplicar toques de queda y amenaza con dar el off a las redes sociales que, solícitas, se aprestan a colaborar. El blog de RIM BlackBerry es hackeado: un aviso. Para Cameron la sociedad está rota y debe ser curada con disciplina escolar y cultura de responsabilidad paterna. 2.800 personas detenidas. Las condenas se endurecen desmesuradamente y los organismos pro derechos civiles protestan. La English Defence League patrulla y las ventas de bates de béisbol se disparan. El superpolicía William Bratton nuevo asesor antirrevueltas.

Inglaterra añora lo decimonónico. Ama el Imperio militarista que rapiña los recursos de la Joya de la Corona o Libia. Reinventa el Capital desafecto que reproduce las míseras condiciones de subsistencia proletarias contra las que luchara el capitán Ludd. Reconstruye el urbanismo del fasto y el desconchado tan bien retratado por Engels. Y elige como jerifalte a un político tan autoritario como Adam Sutler en «V de Vendetta». Así que, cuidado, no vaya a ser que cuando compres una careta de Anonymous los derechos de imagen vayan a parar a la Warner.

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