LA VUELTA Undécima etapa
Una carrera vuelta del revés
Bradley Wiggins se viste de rojo tras marcar el ritmo de los favoritos en una ascensión en la que apenas probó Joaquim Rodríguez.
Amaia U. LASAGABASTER
Dice Jean François Bernard en su análisis para L'Équipe que esta Vuelta anda loca. Una veintena de corredores con opciones de podio, líderes inesperados, equipos incapaces de controlar la carrera más de un día, debutantes que triunfan, favoritos que desaparecen, outsiders que se multiplican...
En definitiva, una carrera que se está ganando a pulso una consulta psiquiátrica. Una carrera en la que se marcan más diferencias en los 500 metros finales de San Lorenzo de El Escorial que en los veinte kilómetros de puerto de categoría especial con los que concluía ayer la etapa. Por mucho desnivel mayúsculo que tenga el primero y por muy discutible que sea la catalogación del segundo, largo y con algunas rampas considerables, pero con demasiados descansos como para reventar una clasificación. Una carrera en la que «cuadran cuentas» tras perder más de cinco minutos en la contrarreloj. Una carrera en la que los equipos endurecen el ritmo en las ascensiones para que sus líderes sean los primeros en fallar. O una carrera en la que un especialista contra el crono se viste el maillot de líder en una llegada en alto.
O sea, esta Vuelta que, desde ayer, tiene a Bradley Wiggins vestido de rojo. Lo que no consiguió el corredor británico en Salamanca lo obtuvo un día después a 1.750 metros de altitud, tras una etapa -167 kilómetros entre Verín y La Manzaneda- con bastante menos historia de lo que se podía prever.
Poco movimiento
Con Sky más preocupado de controlar a los que le seguían en el pelotón que a los que se metieron en la numerosísima escapada del día, todos los favoritos llegaron juntos a pie de puerto. Y casi también a la pancarta de meta porque los movimientos entre los líderes fueron mínimos. Sólo el Purito, necesitadísimo tras la minutada que le cayó en Salamanca, cambió el ritmo con la fuerza necesaria como para marcharse. Pero su renta fue mínima, apenas siete segundos, entre que las bonificaciones ya habían volado -su ataque coincidía en el tiempo con la llegada de David Moncoutié a meta- y que los kilómetros que restaban no eran demasiados. Y, sobre todo, porque Wiggins, como ya hiciera en La Covatilla, realizó una ascensión impecable, que impidió que el resto de sus rivales pudieran hacer más que seguirle el ritmo. Los que pudieron. Entre los que no lo lograron, su compañero y maillot rojo hasta ayer Chris Froome, desgastado tras llevar el peso en buena parte de la ascensión, y Jakob Fulgsang que, como su compañero Maxime Monfort, cedió medio minuto, permitiendo que Wiggins saltara dos peldaños para hacerse con el liderato de la carrera.
Y para confirmarse, viendo sus prestaciones en las etapas de montaña, como principal candidato al triunfo en Madrid. Aunque quizá sea demasiado aventurar en una carrera que aún debe completar su tramo, teóricamente, más decisivo. En las cinco etapas que van de mañana al miércoles -la Vuelta descansa el lunes-, los corredores ascenderán trece puertos, cuatro de ellos de Primera y otros tres -La Farrapona, L'Angliru y Peña Cabarga- de categoría especial y coronados por la pancarta de meta. Y se afrontarán con catorce corredores, de Wiggins a Purito, que defienden diez maillots diferentes, en menos de tres minutos.
Rompepiernas
Hoy deberían tomarse un pequeño respiro, aunque los 167 kilómetros entre Ponteareas y Pontevedra estén repletos de tachuelas para castigar las piernas. Aventureros o, quizá, velocistas, se encuentran ante una jornada propicia.
La Comisión de licencias de la UCI ha dado el visto bueno al ascenso de la prueba E3 Prijs Vlaanderen-Harelbeke que, durante los tres próximos años, formará parte del World Tour. La prueba flamenca se disputará en viernes, antes de la Gante-Wevelgem y abrirá la temporada de las grandes clásicas del norte. Con esta decisión, la UCI confirma su «determinación de asegurar la perennidad del ciclismo europeo».
Thibaut Pinot (Fdj) se adjudicó la primera etapa de la Semana Lombarda. Simone Stortini y David Rebellin secundaron al corredor francés en la meta de Castione della Presolana.
Mientras los líderes del pelotón se vigilaban por detrás, una veintena de corredores empezó a escribir la historia de la etapa muchos kilómetros antes de meta.
Desde el segundo, de hecho, cuando se escaparon Jorgensen y Frank. Los saltos se sucedieron a partir de ese momento, hasta reunir a 19 corredores en cabeza. Incluyendo a Aitor Pérez Arrieta, Juanjo Oroz, Amets Txurruka y Beñat Intxausti. Y a Fabio Duarte, que llegó a ser líder virtual de la carrera. Y a David Moncoutié, que pasó a encabezar todas las quinielas en cuanto se metió en la escapada.
Y es que el corredor de Cofidis mantiene un auténtico idilio con la Vuelta, en la que, con la de ayer, se ha apuntado cuatro victorias en cuatro ediciones consecutivas. Experiencia que le permitió moverse con absoluta sangre fría en la ascensión a La Manzaneda, cuando estaba claro que el triunfo se jugaría entre los fugados. Aguantó a Paulinho, Intxausti, O'Grady, Palomares y Frank, los más perseverantes entre sus compañeros, para escaparse en el momento idóneo y pasar en solitario bajo la pancarta de meta. A.U.L.