El aumento del desempleo en Hego Euskal Herria en el mes de agosto ofrecen una lectura doblemente negativa, por el incremento en sí, algo que ni siquiera los datos de Gipuzkoa y Nafarroa, que dan cuenta de un pequeño descenso, pueden maquillar, y por romper la tendencia que durante tres meses hizo que disminuyera. Estos datos retratan la cruda realidad de la verdadera situación: tras reformas y medidas que las administraciones central y autonómicas habían vendido como revulsivo para reactivar el crecimiento económico y la creación de empleo, éstas se presentan ineficaces y estériles. Un fracaso que sólo desde la mala fe o la autocomplacencia pueden negarse.

El cómputo interanual también ofrece una lectura negativa en los cuatro herrialdes, más aún existiendo una tasa de paro tan elevada. Actualmente en Hego Euskal Herria hay 12.000 parados más que el año pasado en estas fechas. En esta deriva en materia de empleo, que es la deriva económica y sociolaboral de las administraciones del Estado, se puede reflejar la reciente frase del ministro de Trabajo español, Valeriano Gómez, quien, tras la aprobación de su gobierno de la supresión del límite de dos años de encadenamiento de contratos temporales, afirmó que prefiere un contrato temporal a un parado, sabiendo, porque una y otra vez se ha ido demostrando, que quitar límites a la temporalidad no procura más puestos de trabajo sino todo lo contrario.

Los datos que ayer se dieron a conocer coinciden con la profusión de noticias sobre EREs de extinción. En una misma semana, 147 personas fueron a la calle en Daewoo de Gasteiz, los 178 empleados de BSH de Eskirotz pueden correr la misma suerte, así como los 107 trabajadores de Nueva Navarra de Fitero. Madrid decide y Gasteiz e Iruñea dicen amén a una política que hace aguas. Insisten en recetas que se han mostrado incapaces tanto para la recuperación económica como para atajar el problema del paro. Su irresponsabilidad los convierte en responsables del estropicio.