No hay que ser ni un gurú ni un adivino para saber que lo que mal empieza, mal termina. Lo digo porque cuando estalló la crisis económica mundial, los líderes de las potencias económicas, incluido el presidente del Gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero, que no es potencia salvo para generar paro, aseguraron que sacarían a la luz el montón de millones que se esconden en los paraísos fiscales y a aquellos que defraudan, un día sí y otro también, a Hacienda. Evidentemente, quien defrauda o esconde los millones es quien los tiene. Sin embargo, aquel bumerán estaba envenenado. Era falso y resulta que aquello que les iban a hacer pagar a los millonarios nos lo han devuelto a todos nosotros. Nos quieren quitar hasta los calzonzillos con la excusa de que no hay dinero.

Aunque ya lo saben, dinero sí que hay. Está mal repartido y, además, sólo los trabajadores son los que pagan a tocateja a Hacienda. Ni los empresarios ni los poseedores de grandes fortunas pagan. A algunos millonarios se les empieza a caer la cara de vergüenza y reclaman que les hagan pagar más impuestos. Sin embargo, los gobiernos, hasta los más necesitados como el español, han dicho que no cambiarán las leyes fiscales para que paguen más, mientras la pobreza y la exclusión continúan creciendo en cada rincón.

Sin embargo, no se cortan para decirnos que habrá más recortes en todo, que tendremos que pagar más por los servicios públicos. Son amenazas que seguro que cumplirán. No lo dudo. Otros dicen que es el paso definitivo para terminar con el estado del bienestar que, por cierto, estaba resentido, muy tocado.

Así que todo ese dinero escondido en los paraísos fiscales, que iba a salir a flote, entre 15 y 20 billones de euros en los 60 enclaves de prosperidad para unos pocos, sigue escondido y, desde luego, no hay ánimo de provocar que salga a la luz.

La realidad es que todos estos políticos, expertos en recortar los sueldos y el poco bienestar de los demás, se merecen una respuesta contundente. Cada vez es más necesario el estallido de la burbuja social, porque todas las demás desde el año 2000 han ido explotándonos a nosotros, mientras unos pocos han seguido forrándose.