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Los rebeldes libios piden ahora la suspensión del embargo aéreo

La ONU impuso la zona de exclusión aérea con el argumento de la protección de civiles, pero ésta terminó convertida en una herramienta para el cambio de régimen. Ahora que los rebeldes dan por segura su victoria, exigen el levantamiento del embargo, según explicó a GARA el ministro interino de Comunicaciones del CNT, Anwar Feituri.

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Alberto PRADILLA |

«Después de la caída del régimen de Muamar al-Gadafi, el embargo aéreo debe desaparecer». Anwar Feituri, ministro interino de Telecomunicaciones y Transportes del Consejo Nacional de Transición (CNT), adelantó ayer a GARA lo que los rebeldes ya están poniendo en práctica sobre el terreno: la intención de revocar la zona de exclusión aérea decretada por la ONU.

La medida, adoptada por el Consejo de Seguridad el pasado 17 de marzo bajo el argumento de la «protección de los civiles», terminó convirtiéndose en una intervención extranjera destinada a expulsar a Muamar al-Gadafi del poder. Avaló los bombardeos de la OTAN e impidió despegar a la flota del coronel.

Pero, al mismo tiempo, permitió el vuelo de aeronaves fletadas por los rebeldes para transportar personal civil y militar. Ahora, cuando los sublevados aseguran estar a un paso de controlar toda Libia y con Gadafi todavía en paradero desconocido, el CNT pretende reiniciar el tráfico aéreo para no verse obligado a pedir permiso a sus socios occidentales cada vez que un avión atraviesa su cielo.

«El embargo aéreo tiene que acabar», insistió Feituri, un hombre de negocios nacido en Bengasi, educado en Canadá y que ha regresado a Trípoli después de dos décadas trabajando en el extranjero para empresas como Motorola. «La zona de exclusión aérea ha ayudado mucho al pueblo libio, ha protegido a sus civiles, pero ahora está generando problemas porque la población quiere viajar», aseguró el miembro del CNT, que reconoció que el sábado mantuvo una reunión con Ian Martin, enviado especial de la ONU para Libia, con el objetivo de abordar esta cuestión.

Lo que no acertó a precisar es cuándo comenzarán a suspenderse unas medidas impuestas precisamente después de que los propios rebeldes las exigiesen, justo en el momento en el que los tanques de Gadafi estaban a las puertas de Bengasi. «Eso habrá que preguntárselo a ellos», respondió, de forma evasiva.

Tampoco consideró contradictorio el hecho de que la condición para suspender la zona de exclusión aérea sea el cambio de régimen, un objetivo que nunca apareció en las resoluciones adoptadas por el Consejo de Seguridad pero que pronto se convirtió en la meta principal de la intervención aliada.

El hecho de que la ONU vetase los vuelos en el país norafricano no ha impedido que los rebeldes comenzasen desde ya a desarrollar sus propios puentes aéreos en las zonas bajo su control. En Bengasi (este), en Misrata (oeste) y en Zintan (suroeste) estos vuelos llevan tiempo operando, según reconoció el mandatario interino libio.

Además, los insurgentes han contado con el apoyo de Túnez, que permitió el aterrizaje de aviones procedentes del bastión sublevado en su base militar de Remada, tal y como reveló GARA hace ahora una semana.

El mandatario provisional dijo ayer que todos los vuelos cuentan con «permiso de la OTAN» y que se justifican por «cuestiones humanitarias». En esta categoría, los insurgentes han logrado incluir hasta el transporte de sus altos cargos, que hasta hace una semana aterrizaban en Zintan desde Bengasi para evitar la carretera que une el bastión rebelde con Trípoli. Esta ruta sigue cortada a la altura de Sirte, donde se concentran buena parte de los leales a Gadafi.

De todos modos, recurrir a la improvisada pista ubicada en mitad de una carretera a 160 kilómetros de la capital ya no será necesario. Hace tres días despegó la primera aeronave desde el aeropuerto de Matiga (sur de Trípoli) y ya son visibles algunos de los vuelos que aterrizan en esta zona, convertida la semana pasada en el último foco de enfrentamientos entre sublevados y leales al coronel.

Levantar el embargo aéreo está en la lista de prioridades de un CNT que trabaja en la Libia postgadafi mientras que sus responsables insisten en que no darán por terminado el régimen hasta que capturen al coronel.

Sin embargo, sus líderes no pierden el tiempo y se dedican a gestionar los territorios bajo su control. Las comunicaciones constituyen una de sus necesidades urgentes. Por mar ya han logrado que los barcos comerciales atraquen en el puerto de Trípoli. También están operativos los de Tobruk, Derna, Bengasi, Misrata y Zawiya. Parece evidente que la zona de exclusión aérea en Libia tiene sus días contados. Más aún, si se tiene en cuenta el interés mostrado por diversas empresas procedentes de los países aliados de los rebeldes, que presentan ya sus ofertas para la «reconstrucción».

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Las conexiones terrestres entre la capital y Túnez ya han sido reestablecidas, tanto por Dehiba como por Ras Jdir. Los taxis comunitarios, el transporte económico más utilizado, ya funciona entre Trípoli y Djerba, localidad tunecina con el aeropuerto más cercano.

El CNT asegura conocer el paradero de Gadafi

Los rebeldes libios conocen el paradero de Muamar al-Gadafi, según la televisión qatarí Al Jazeera, que citó al jefe de la junta militar en Trípoli, Abdul Hakim Belhadj, aunque no ofreció ningún otro detalle.

Sin embargo, este no sería el primer anuncio que termina revelándose como una falsedad. Recientemente, los insurgentes aseguraron que el coronel se encontraba refugiado en Beni Walid, una localidad del desierto ubicada 150 kilómetros al sureste de la capital. Según esta versión, Gadafi se encontraría protegido por miembros de la tribu Warfalla, la más grande del país, y que cuenta con un millón de miembros. No obstante, no todos los Warfallas secundan al coronel. Otros miembros de este heterogéneo grupo han expresado su apoyo por los rebeldes durante los seis meses de conflicto.

Beni Walid es ahora el principal objetivo de las milicias rebeldes. Decenas de unidades se posicionaron ayer a 15 kilómetros de la localidad. A última hora de la noche se corrió la voz de que las negociaciones para una rendición pacífica habían finalizado sin acuerdo, por lo que se esperaba que hoy mismo pudiesen desatarse las hostilidades.  Alberto PRADILLA

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