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Crónica | fira tárrega

La internacionalización, el salchichón fuet y el aceite de arbequina se funden en la feria

Sol que tamiza los movimientos, apogeo de visitantes, la familia que ve teatro unida y el futuro de las artes escénicas, forman un paquete de ilusiones y realidades tozudas en el día central de Tàrrega.

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Carlos GIL I

La palabra, el concepto, la zanahoria que mueve las energías actuales de productores y gestores teatrales es “internacionalización”, y hay que señalar que en Tàrrega no es un eslogan, sino una realidad creciente: decenas de programadores franceses, muchos británicos, incontables asiáticos, especialmente japoneses y coreanos. De Centroeuropa los suficientes, y este año con su vitrina iberoamericana, hemos visto a mexicanos y brasileños, en este último caso, con representación de una de las organizaciones privadas que más salas de teatro tiene en todo Brasil y que el año pasado inauguró en Santos un gran festival de frecuencia bienal.

En Tàrrega la internacionalización es de ida y vuelta, y este año, la presencia iberoamericana ha crecido, con los trabajos mencionados en entregas anteriores, a los que hay que añadir dos buenos trabajos chilenos de entidad, de las compañías La patriótico interesante –con un gran espectáculo de plaza, “Kadogo, niño soldado”, un alegato contra la utilización de los niños en todos los sueños consumistas, en las violencias sociales, expresado de manera muy espectacular y con música de rock and roll en directo– y El Niño proletario, que presentó “El olivo”, una obra dura, de contenido social muy marcado.

Podríamos añadir, aunque de manera tangencial, el espectáculo “Tot”, presentado por las compañías mallorquinas Mentidera Teatre y Produccions de Ferro, ensayado en Buenos Aires y escrito y dirigido por Rafael Spregelburg.

Pléyade de payasos

De Europa encontramos bandas musicales francesas, o una pléyade de payasos multiculturales, que van demostrando las diferentes escuelas. Nos divirtieron con su paradojas The primitives, humor ingenuo expresado de manera contundente, o los payasos musicales italianos de Teatro Necessario, sin olvidarnos de la danza contemporánea holandesa de Tragic. Unos habituales, los franceses Théâtre de la Toupine, con sus instalaciones ecológicas, esta vez un carrusel granjero movido por energía muscular humana. Y también una performance muy visual coreana, de CCOT.

Esta realidad se convierte en situaciones paradójicas, como es que el trabajo de Markeliñe, dicho en castellano, se muestra traducido en pantalla al francés y al inglés.

Buscando mercado. Esta obsesión se traduce en el propio espectáculo, “Anomalías magnéticas”, una miscelánea de imágenes, tópicos emotivos, universales, que tienden a una formalidad sin denominación y que procuran algo excesivamente exteriorizado, poco orgánico, fácil para el receptor más entregado.

Fieles a sí mismos, sin palabras, la pareja de payasos Jaume Navarro y Mamem Olías,  que forman La Industrial Teatrera, estrenaron una obra deliciosa, tierna, poética, “De paso”, dos espectros simpáticos, juguetones, caóticos, cercanos, que nos muestran un ciclo de vida de dos seres entrañables. El juego escénico, la participación directa, el baile con los espectadores, la esperanza, presente en unas ilusiones simples, atrapadas en la mirada ingenua de unos seres que vienen y van del más allá al más acá, en un buen espectáculo dirigido Jordi Purtí.

También existe espacio para propuestas más populares, de tirón más abierto, dirigido casi exclusivamente a la población local o como mucho a los programadores catalanes, y en ese sentido pudimos presenciar “Santi’s RIP”, presentado por la legendaria ZitzàniaTeatre, que con dirección de su fundador Pere Planella, realiza un unipersonal en donde el actor televisivo catalán Santi Ibáñez cuenta numerosas historias, después de darse el gustazo de asistir a su propio funeral. Demuestra el pulso escénico del actor, y se convierte en una comedia de corte televisivo, que llegó de manera muy clara al público que llenaba el teatro Ateneu, diferente al feriante al uso.

Por el camino nos dejamos espectáculos que vimos de manera fugaz, los encuentros curiosos con trabajos impropios, como el presentado por Increpación Danza y una sensación de que esta feria crece en importancia, se renueva, tiene futuro, pero que el ambiente general parece decir que las artes escénicas están en situación pre-agónica. Se nota en los propios espectáculos, que es el peor síntoma.

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