Carlos GIL | Analista cultural
Cinético
Es un abandono doloso de cualquier viso cultural convertir el cine en un desfile de marcas, cosméticos y mensajes dermoestéticos por una alfombra roja. La industria establece cuadrantes antes que planos. Los artistas se remojan en cócteles y saraos antes de cocinar un producto con renuncia previa a la búsqueda de la obra de arte. Se planifica antes la promoción que el guión. Se confunden los rangos y la escala de valores con la intención de mercantilizar hasta la propia naturaleza.
El tamaño importa. Las pantallas de las salas de cine menguan, se empequeñecen, mientras las pantallas de televisión crecen hasta ocupar paredes. En esa igualdad está la clave de la desafección, ya no impresiona un caballo cabalgando en un amanecer desértico, porque hemos visto caer en directo las torres gemelas. El sitito de este lenguaje cinético está en la poesía visual humanizada desprovista de avatares.