Pertenezco al género de las que no soportan ciertas expresiones. Si tuviera que hacer un ranking, «There is No Alternative» (No hay ninguna alternativa), el eslogan de Margaret Thatcher, ocuparía el primer lugar. La segunda posición sería para el exabrupto «por mis cojones», que asocio a la lujuria un tanto desordenada y caótica de Dominique Strauss-Kahn. A éste, le seguiría la locución «actuar con responsabilidad».

Un fantasma recorre Europa: Financial Times insta a socialistas y conservadores a actuar con responsabilidad..., el presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durão Barroso, pide responsabilidad a dirigentes griegos y a sus homólogos europeos..., el Banco Central Europeo y el Fondo Monetario Internacional llaman reiteradamente a la responsabilidad. Indistintamente, derecha e izquierda, conservadores y progresistas apelan a la responsabilidad. En la paz y en la guerra. De ahí mis reparos. Dada la ambigüedad del término, agradecería que alguien aclarara lo que entiende por actuar «con y desde la responsabilidad».

Y es que ya no somos aquellos seres «ex ductu rationis» (guiados por la razón), que diría Spinoza. Ahora el término de curso legal es «responsable». Hemos pasado del lema piadoso ¡Totus Tuus! a la declaración cívica ¡Totus responsables!

Me entristece la fascinación de la opulencia, más aún cuando la pobreza aumenta cada día. Me enerva la retórica socialdemócrata que se expresa mediante políticas «sociales» de derechas, y la utilización generalizada de ese extraño maridaje entre sentido de la responsabilidad y acotación de las alternativas posibles. ¿Es un acto de responsabilidad seguir anhelando la Justicia?