Al menos 36 personas murieron en la noche del domingo al lunes en el ataque a un bar en Gatumba, cerca de Bujumbura, en una nueva escalada de la violencia que en los últimos meses ha hecho resurgir el espectro de la guerra civil en Burundi.

El presidente burundés, Pierre Nkurunziza, se acercó ayer al lugar de los hechos y prometió ante miles de personas que los responsables serán detenidos.

Los ataques, atribuidos por el régimen a «bandidos armados» y que la población vincula con una nueva rebelión armada se han intensificado en los últimos meses en este pequeño estado del Este de África.

La provincia de Bujumbura es el bastión del FNL, un antiguo movimiento guerrillero cuyo líder, Agathon Rwasa, volvió a la clandestinidad en el verano de 2010 y al que se acusa de la actual oleada de ataques.

Testigos y responsables locales evocaban un posible acto de venganza tras una serie de ejecuciones de miembros del FNL. «Los que nos han atacado no eran simples bandidos, eran guerrilleros», señaló un herido que pidió mantener el anonimato. «Decenas de hombres uniformados y armados con kalashnikov y granadas entraron en el bar Chez les amis, nos dijeron que nos tiráramos al suelo y comenzaron a disparar».

Matanza en 2004

Gatumba fue escenario hace siete años de una masacre de 160 refugiados congoleños tutsis reivindicada por el FNL.

La violencia volvió a Burundi tras el proceso electoral del verano de 2010, boicoteado por la oposición y que acabó con el anuncio de una aplastante victoria del régimen.

La guerra civil entre 1993 y 2006 dejó 300.000 muertos.