Estando a su lado, escuchándola, su talento se descubre ante el interlocutor, se hace evidente por qué dicen que tiene tanto talento, que es brillante. Dulce, observadora, paciente, pequeña, amable, Sarah Polley es una de las poquísimas (quizá sea la única) actrices de su generación que, además de ser un ejemplo como intérprete, tiene la osadía de dirigir una película.

Una de las mejores cosas que ha hecho Coixet es descubrírnosla. Fue precisamente la realizadora catalana la que nos brindó en bandeja de plata a esta pequeña pero valiosa caja de sorpresas en «Mi vida sin mí». «Take this Waltz», la película que presenta Polley en la Sección Oficial a concurso, es un cinta que, aunque persiga con ansiedad el preciosismo formal y se haga a veces demasiado evidente, nos cautiva por momentos para situarnos del lado de los protagonistas cuando los hace tan vulnerables a las tentaciones y los deseos que plantea la vida. Un devenir existencial, el de la de la protagonista, que busca completar los vacíos que la aguardan en su camino, y que nos hace constatar lo difícil que es creer en el «juntos para siempre» cuando hablamos de amor o sexo. Afortunadamente no todo son dudas existenciales en Zinemaldia. Cintas como «Bertsolari», de Asier Altuna, suponen un respiro ante tanta incertidumbre emocional y estimulan los corazones y el intelecto. El «universo» que nos muestra, el que «desnudan» Lujanbio, Amuriza, Sarasua o Egaña, es sumamente sugerente e interesante, un tesoro. No se pierdan «Bertsolari».