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59 DONOSTIA ZINEMALDIA

«La naturaleza del amor», según Terence Davies

Terence Davies regresa a Donostia tres años después de que Zinemaldia dedicase una retrospectiva a su trayectoria profesional. Lo hace con «The Deep Blue Sea», una película sobre la «naturaleza del amor» que el británico desbroza a través de un triángulo amoroso protagonizado por Rachel Weisz, Tom Hiddleston y Simon Russell Beale. Con silencios prolongados y una poderosa banda sonora, Davies apuesta por un estilo clásico en peligro de extinción.

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Ariane KAMIO | DONOSTIA

Terence Davies (Liverpool, 1945) regresa a Zinemaldia para competir por la Concha de Oro con la película «The Deep Blue Sea», basada en la homónima obra teatral de Terence Rattigan, y que el propio Davies ha adaptado y guionizado para su traslado a la gran pantalla.

El veterano director, a quien Zinemaldia dedicó una retrospectiva en 2008, se sumerge en la «naturaleza del amor», en la creación de la «primera pasión». Lo hace a través de un triángulo amoroso protagonizado por Rachel Weisz, Tom Hiddleston y Simon Russell Beale. Hester Collyer (Weisz) lleva una vida privilegiada en la década de los 50 en Londres como la hermosa esposa de un juez del Tribunal Supremo, Sir William Collyer (Russell). Sin embargo, descubre un romance apasionado con un joven ex piloto de la RAF (Hiddleston), del cual se enamora apasionadamente y decide abandonar a su marido para emprender una nueva vida que resultará ser apasionada y tormentosa a partes iguales.

«La película trata sobre la naturaleza del amor -aseguró ayer Davies, quien compareció ante los medios acompañado por el actor Tom Hiddleston-. La cuestión es que los tres se aman de diferente manera». «Todo el mundo atraviesa un momento de dolor en la vida. Si amas a alguien y se va a través de la muerte -reconoció que el gran amor de su vida fue su madre-, sufres, pero lo más grande del amor es que hacemos cosas maravillosas por esa persona a la que amas, y eso sólo lo hacemos los humanos», aseguró.

«La nostalgia lo trivaliza todo»

Sin embargo, el scouser, que ha ganado el título de director de culto por cintas como «Voces distantes», apuntó que no se trata de una película nostálgica, porque «la nostalgia lo trivializa todo». «He intentado mostrar tres pequeñas vidas que, aparentemente, no sufren ningún cataclismo, excepto en su interior. El gran cataclismo llega cuando se enamoran», enfatizó.

Por su parte, Tom Hiddleston mostró su gratitud por haber participado en este proyecto junto a Davies y Weisz, que no han podido viajar a Donostia. «Me he limitado a interpretar; nos hemos basado en la espontaneidad de la vida», apuntó para añadir que «he tenido mucha suerte por trabajar con Rachel. Es una actriz valiente, sin miedo a interpretar las situaciones más extremas de sus sentimientos», concluyó el actor de la primera cinta que suena en esta 59 edición de Zinemaldia como candidata a la Concha de Oro.

Los silencios, una manera de exponer ideas

Terence Davies se abraza a un clásico estilo cinematográfico que muy pocas producciones actuales comparten. El de Liverpool se hace valer de una poderosa banda sonora compuesta por Samuel Barber, que le sirve para enfatizar aún más los momentos cumbre de la cinta.

A ello se le suman planos circulares, una oscura ambientación y largas prolongaciones silenciosas, un elemento al que dio especial relevancia durante su comparecencia ante la prensa. «Los silencios en el cine pueden contar mucho», dijo, aunque no siempre que se utilizan se consigue el efecto deseado. «En el cine ocurre lo mismo que en la vida; tienes que saber utilizar bien los silencios».

«Cuando era pequeño, había pocos ruidos. No escuchaba la carretera desde mi casa, pero oía a la gente pasear o los crujidos de la casa. Los silencios son una manera de exponer ideas. ¿Para qué meter más diálogos si los silencios muestran todo lo que quieres decir?», concluyó. A.K.

MEJOR LOS NIÑOS

«Es una película que quizás la entiendan mejor los niños que las personas con vocación cinéfila», puntualizó Lacuesta ante las críticas de los periodistas.

EN MALI

El filme se rodó en Mali, en la casa propiedad de Miquel Barceló. «Me sentí bastante alejado de las cámaras. Hice lo que tenía que hacer, no quería desnaturalizar nada», dijo el pintor.

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