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El PNV celebra mañana su alderdi eguna con menos poder y más nervios

El PNV afronta mañana el Alderdi Eguna con el menor poder institucional desde 1977 y dando evidentes muestras de nerviosismo ante la irrupción de una fuerza abertzale a su izquierda. Ni del nombre están seguros, cuando debe simultanear la renovación de sus órganos y ponencias con una campaña electoral.

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Iñaki IRIONDO

El miércoles, el diputado del PNV Joseba Agirretxea se despidió del Congreso apuntando que «no sé si será mi última intervención» y luego cerró su discurso indicando que «los guipuzcoanos que me eligieron querrían que yo dijera que represento a una nación, a un pueblo que tiene derecho a decidir y lo hará en el futuro. Si no lo digo yo, ya vendrá otro del PNV que lo dirá, y después otro y otro. Y si vienen otros a decirlo, recuérdenles que los del PNV ya lo dijeron antes».

Apenas un párrafo, pero con mucha miga. Agirretxea volverá a repetir en las listas del PNV de Gipuzkoa y es probable que vuelva a ser el número dos; pero él mismo da prácticamente por hecho que no será reelegido. Prevé, por tanto, una merma del grupo parlamentario; es decir, una nueva quita en el poder institucional del partido. Al tiempo, avanza que «otros» vendrán que pretenderán capitalizar el discurso de que Euskal Herria es una nación con derecho a decidir. Y pide a los diputados que les espeten que «los del PNV ya lo dijeron antes». Ruego que, a buen seguro, hizo saltar lágrimas de emoción en las bancadas de PP y PSOE y que Rosa Díez recogió como un compromiso personal.

Sin entrar al debate de quién lo dijo primero -envido que queda en manos de Ortzi-, las palabras del diputado del PNV traslucen el desasosiego que se vive en las filas jeltzales ante la irrupción electoral de la unidad abertzale y de izquierdas, y el temor a verse sobrepasado por ella en el discurso y en los resultados.

Porque puestos a recordar, también se puede hacer memoria de que en julio del pasado año el PNV presentó en el Congreso de los Diputados un conjunto de resoluciones que incluía el reconocimiento nacional y parte de lo acordado en las conversaciones de Loiola. Josu Erkoreka amenazó al PSOE con un contundente y radiado «si no las apoyan que no cuenten con nosotros». No le aprobaron ni una, y el PNV siguió apoyando al PSOE.

Perdidas dos diputaciones

La cuenta de resultados del PNV desde el pasado Alderdi Eguna refleja pérdidas o un «crecimiento negativo» que es como se camuflan ahora. Tiene dos diputaciones menos y decenas de alcaldías se le han ido a las manos de Bildu. En su ponencia política, el EBB achaca esta pérdida a la entrada de «nuevos actores en el panorama institucional». Siendo esto cierto, también lo es que la izquierda abertzale estuvo durante años en el escenario institucional y el PNV lo controló sin problemas. Es decir, no sólo hay nuevos actores, sino también una nueva correlación de fuerzas. No es menos cierto, por otra parte, que los jeltzales bien pudieron perder las diputaciones de Gipuzkoa y Araba en 2007. La primera la salvaron con un acuerdo con EA y la segunda, por las guerras alavesas de PSE y PP.

La celebración de mañana en Foronda llega en medio del proceso interno de renovación de los postulados teóricos del partido y sus cargos directivos. Se debe, por tanto, hacer también balance de lo que ha dado de sí el mandato de Iñigo Urkullu al frente del EBB. En el ámbito interno, retomó los equilibrios entre «almas», enfriando la olla a presión en la que Josu Jon Imaz había convertido el partido. Sin embargo, de cara al exterior, estos cuatro años han sido los de ir perdiendo cuotas de poder una elección tras otra. Al varapalo de las generales del 2008 (sentidas internamente como un golpe para el que se reinventó el bálsamo del «Think gaur, 2020») le siguió la pérdida de Ajuria Enea en 2009 (aunque fuera ganando las autonómicas) y la amortización de Juan José Ibarretxe, el mayor activo electoral del partido desde 1977. Luego ha llegado lo de las municipales y forales.

El pacto que asegura que se mantendrán las cuotas internas de poder garantiza a Iñigo Urkullu repetir al frente del EBB. Pero si su gestión tuviera que ser evaluada en los términos «empresariales» con los que está redactada su ponencia «Trabajando el mañana», y que tanto gustan a los impulsores de los planes «think», quizá la evaluación final fuera otra.

Cambio de nombre

Una y otra vez los dirigentes del PNV aseguran que su actuación simbólica de los últimos meses no está marcada por la irrupción de Bildu, y una y otra vez sus hechos les contradicen y hasta desmienten. ¿A qué viene si no la decisión de cambiar de nombre después de 116 años?

El EBB propone a las bases pasar de llamarse Partido Nacionalista Vasco a Partido Nacional Vasco, nombre que tiene registrado desde 1995. Así, el PNV busca «acentuar la vocación de liderazgo y el proyecto propio para Euskadi». El liderazgo lo da y lo quita la ciudadanía, no parece que dependa de un «ista» más o menos. Incluso habrá quien sostenga que la concepción «nacional» del PNV podría quedar en entredicho por su actuación en Nafarroa, Zuberoa y Lapurdi.

En cuanto a la modernización nominal, en euskara se mantiene Euzko Alderdi Jeltzalea que, según se explica en la ponencia de estatutos, viene del «lema `Jaungoikoa eta lege zarra', expresión que -en confesión propia- conjuga una concepción trascendente de la existencia con la afirmación de la Nación Vasca».

Miles de jeltzales (oficialmente los «cien mil» de siempre) volverán a concentrarse mañana en Foronda bajo el lema «Izan garelako, izango gara», para pasar un día entre los suyos, escuchar a los líderes (nada es lo mismo desde la retirada de Arzalluz y la pérdida de Ibarretxe) y tomar fuerzas para el arranque de la carrera hacia las urnas. Una campaña que en esta ocasión se presenta más competida que nunca. Y en la que puede que -como decía Agirretxea- «otros» con un nuevo nombre se lleven el liderazgo abertzale.

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