El Colectivo de Presos Políticos Vascos (EPPK) ha hecho saber su adhesión al Acuerdo de Gernika. Tras manifestar su firme compromiso en la apuesta por un proceso de soluciones democráticas, reitera su convencimiento de impulsarlo en el marco y según los contenidos que fija Gernika. Un acuerdo que, a pesar de las ausencias -incluso alguna significativa como la de ELA- constituye un patrimonio común para el país, una referencia para la normalización radicalmente democrática y la hoja de ruta que deben seguir los pasos de cara a una solución definitiva y sostenible. La decisión conocida ayer, y la apuesta por hacer todo el camino fijado en Gernika «hasta el final», constituye una noticia de enorme trascendencia, una aportación muy positiva en la buena dirección.

El hecho de que un colectivo humano que ha sufrido, y todavía sufre, medidas tan duras como la dispersión, el aislamiento o la manipulación informativa con clara intencionalidad de dañar políticamente al independentismo haya decidido dar ese paso, y que lo haya hecho unido, de manera colectiva y general, es un elemento que debe ponerse en valor. Su significado es de largo alcance. Demuestra madurez, irradia fuerza y confiere nuevos elementos de solidez y garantía a un proceso que tiene en la liberación de todos los presos vascos, en conseguir que vuelvan sanos y pronto a sus casas, un reto urgente y central. Un desafío que requiere de iniciativas concretas y materializables, de impacto, que estén a la altura de las expectativas del momento. Y EPPK, con su iniciativa colectiva, ha realizado una contribución decisiva, en positivo, que le da un gran impulso.

Esa decisión colectiva facilita, en tanto que los avala por inferencia lógica, los nuevos pasos que en la primera persona del singular sus miembros puedan dar. Para ello, debe cesar la presión al Colectivo. Para poder abrir cauces que permitan la expresión de sus voces, su participación política, las aportaciones personales por un futuro de soluciones. Para abrir las puertas de su libertad.